No rendirse puede marcar la diferencia en muchas situaciones, como muestra la historia de Rubio. En enero, Olivia Sievers estaba en el mismo hotel en el que se hospedada cada vez que estaba en Buenos Aires y conoció a Rubio, un perro callejero, sin saber que ese encuentro cambiaría su vida por completo.
La azafata alemana le mostró un poco de afecto, jugaron un rato y le dio de comer. En respuesta a sus atenciones, Rubio insistió en permanecer a su lado y la siguió por toda la ciudad alrededor de una hora, a pesar de los intentos de la chica por sacarle la vuelta. Finalmente regresó al hotel, creyendo que no volvería a ver a Rubio.