Hace tiempo se creía que exfoliar el rostro abría los poros, generaba proliferación de bacterias, enrojecimiento y adelgazaba la dermis, provocando la aparición de acné y otras enfermedades infecciosas.
Pero se ha demostrado que exfoliar la piel de manera correcta elimina el exceso de grasa, células muertas, puntos negros y acné, dando a paso a un rostro sin imperfecciones. Y si a pesar de que lavas tu cara cada tercer día no obtienes estos resultados, es probable que algo esté fallando en el proceso. Por ello te decimos cómo hacerlo.
1. Limpia
Retira la suciedad de tu rostro con loción astringente, enseguida lava con jabón neutro y enjuaga con agua tibia.
2. Secado rápido
Seca, pero no por completo. Deja que tu piel se mantenga húmeda sin que el agua llegue a escurrir en tu cuello.
3. Un poco de exfoliante
Aplica el exfoliante sobre tu rostro, si lo haces primero en las manos parte de él quedará entre tus dedos y no funcionará como debe ser.
4. Círculos
Haz pequeños círculos con ambas manos sobre los pómulos, mejillas, frente, nariz y barbilla. Evita por completo la zona de los ojos y los labios.
5. ¡Mucha agua!
Enjuaga con agua tibia y haz un sellado a tus poros con un segundo enjuague de agua fría para cerrar los poros.