Poco a poco le he perdido sentido a la vida: el cansancio me atrapa, mis días son pesados, no percibo los sabores, los olores ni las emociones; me encuentro atrapada en mi propia ansiedad, en esa que todos creen conocer, pero no es así.
La ansiedad es pasar noches de insomnio dando vueltas en la cama sin poder apagar tu cerebro, pensando mil veces la misma situación, y huyendo de tus peores temores antes de que se conviertan en pesadillas. Es despertar cansada debido a la privación del sueño a pesar de que tu día recién empieza.
La ansiedad es el tiempo que pasas esperando una respuesta mientras tu mente imagina respuestas, situaciones, soluciones y escenarios de lo que probablemente pasara, pero que jamás dirás o harás. Es un mensaje sin respuesta que mata por dentro a pesar de que digas: “tal vez está ocupado o responderá más tarde”. Es la angustia de la llamada no contestada y del sonido del móvil apagado.
Es pedir disculpas por situaciones en las que ni siquiera tienes la culpa o donde no se requiere. Es la duda y la falta de confianza en ti misma y quienes te rodean. Es ser hiper consciente de todo; tanto que puedes saber cuando algo va mal solo por el tono de voz de alguien o la selección de sus palabras.
La ansiedad arruina tus relaciones incluso antes de que empiecen; te dice que estas equivocada, que no lo mereces; y la escuchas tan atenta que terminas arruinando todo. Es un estado constante de preocupación y pánico que te mantiene entre los miedos irracionales y de ves en cuando te deja al borde del precipicio emocional.
La ansiedad provoca que las palmas de tus manos suden, que tu corazón lata a mil por hora, y que nadie en el exterior sea capaz de ver lo que sucede, porque te convierte en maestra en el arte del engaño. Es una secuencia de preguntas tan sencillas y a la vez complejas que no te deja descansar. Es un malestar que te acompaña en las fiestas, en la escuela e incluso en la oficina y te hace creer que todos te observan solo para burlarse de ti.
Es el exceso de amabilidad para complacer a los demás. Es estar en todas partes por el temor a llegar tarde. Es el miedo al fracaso y la búsqueda continua de la perfección, pero sobre todo es la voz que te dice: “vas a fallar”. Es la necesidad que tienes por controlar las cosas, porque sientes que tu vida está fuera de control y debes mantener un orden.
Lo más importante es que la ansiedad es solo un estado emocional, un momento que hay que vivir y del que parece no podrás escapar, hasta que encuentras en tus familiares y amigos el amor y la calma para continuar.