Imagina que eres tan solo una niña, tu mamá te regala un bonito anillo que te gusta mucho, meses después lo pierdes, asumes que jamás lo volverás a ver pero… 12 años después lo encuentras en el lugar menos esperado: ¡TU NARIZ!
Exactamente eso fue lo que le pasó a Abigail Thompson. Cuando era niña su mamá le regaló un anillo de oro en forma de corazón con un pequeño diamante en el centro. Un día simplemente ya no lo encontró y pensó que se lo habían robado.
Mi madre me lo regaló y unos meses después lo perdí. Siempre venían amigos a mi casa y nos sentábamos en mi cama, así que pensé que alguno de ellos lo habría tomado estando ahí. Nunca, ni en un millón de años, hubiera imaginado que lo tenía en la nariz.
¿Y cómo es que no sintió nada?
Según el doctor Naveen Cavale, no es inusual que los niños tengan objetos atorados en la nariz porque, bueno, tú sabes, se la pican como si quisieran rascarse el cerebro. Lo que realmente nos impresiona es que, en 12 años, no haya sentido ninguna molestia.
Resulta que esto tampoco es extraño pues el anillo se encontraba atorado en la parte más alta de la nariz, en donde casi no tenemos sensibilidad, y por eso Abigail no tuvo molestias, podía respirar con normalidad y nunca tuvo que visitar al doctor por problemas relacionados con la joya.
Un día, en casa, se sonó la nariz pero no tuvo ninguna sensación extraña al hacerlo. Pero entonces sintió algo duro en la servilleta y decidió revisar. Fue entonces que se percató de la presencia del objeto que había perdido siendo una niña.
No ha cambiado mucho, está oxidado pero el diamante aún está ahí.