Al parecer maldecir no es tan malo después de todo, o al menos esa es la conclusión a la que llegó un grupo de psicólogos de la Universidad de Keele en una investigación publicada en Science Daily.
Los investigadores estudiaron los efectos de decir groserías y concluyeron que el hacer uso de este tipo de palabras de forma regular, da una sensación de fuerza y es una forma de liberación emocional.
Richard Stephens, uno de los encargados del estudio, afirmó que cuando maldecimos utilizamos un lenguaje emocional que nos hace sentir mejor en ciertas situaciones. “Si estás esperando por una ambulancia y no tienes más medicamentos, decir insultos puede incluso reducir la sensación de dolor”.
En este sentido, decir groserías es una acción inofensiva si se mezcla con otro tipo de vocabulario y no se centra únicamente en insultos, de lo contrario podría afectar el ánimo.
Según el estudio, cuando una persona incluye algunas groserías en su lenguaje cotidiano, expresa de una manera honesta y transparente su sentir real, y eso le lleva a ser emocionalmente más creativa, confiada y asertiva.
De acuerdo al contexto que se utilice, maldecir puede ser un escape o también servir como mecanismo de defensa, porque quienes lo hacen de manera regular tienden a presentar un índice menor de estrés.