Cuando pensamos en alguien que se sonroja, nos viene a la mente una imagen cándida y tierna de una chica que al saberse ruborizada, inclina el rostro con delicadeza y lo cubre con la mano. Para quienes vivimos con el enrojecimiento permanente, la realidad es mucho menos romántica y más vergonzosa.
Si eres una de esas chicas que sin importar la situación en la que te encuentres, siempre habrá forma de que te sonrojes, esto es para ti.
1. Las personas normales se sonrojan cuando algo les da pena
Pero tú te ruborizas básicamente cada vez que abres la boca.
2. Y la gente cree que eres sumamente penosa
No entienden que no es que te avergüences de algo, sino que vives con el rostro al rojo vivo y no hay nada que puedas hacer por controlarlo.
3. O que te maquillas demasiado
Alguna vez una maestra me mandó a lavar la cara porque estaba “muy pequeña para estar tan maquillada”. ¿Es en serio?
4. Aunque ahorras en rubor
Tus mejillas tienen un mecanismo natural e involuntario para sonrojarse en cualquier situación.
5. Temes a la temporada de calor
Porque no habrá forma de que tu rostro luzca ligeramente pálido; vamos, ni siquiera rosado. Así que cada año te haces a la idea de que serás como un alegre camarón durante todo el verano.
6. Aunque en el frío tampoco te salvas
¡Ja! En esta temporada se une tu nariz al enrojecimiento permanente. El chiste se cuenta solo.
7. “Tomate” es tu apodo más recurrente
Obviamente a tus amigos no se les da mucho la creatividad.
8. Olvídate de mentir
Es prácticamente imposible. Cuando veo a un chico que me gusta y me saluda, siento una oleada de calor subir desde el pecho hasta la cabeza, así que mis mejillas encendidas me delatan. Eso o le hacen creer que tengo fiebre.
9. O de pensar
Sí, también los pensamientos te hacen sonrojar.
10. De beber ni hablamos
Con alcohol todo empeora. Créeme.
Lo cierto es que nunca podrás ocultarlo
Es mejor hacerte a la idea de una vez. No hay maquillaje que haga menos notorio tu cálido tono facial.