Los padres estrictos pueden hacer que sus hijos se conviertan en astutos y calculadores. Muchos adultos jóvenes tuvieron una infancia muy dura, pero sobrevivieron a padres demasiado rígidos y crecieron asfixiados, sin poder hacer por lo menos algunas de las cosas que querían.
Se daba una relación confusa porque, por un lado, era imposible obtener concesiones, y por otro, al desobedecer, ese hijo o hija carecía del reconocimiento necesario para afirmarse como quien era realmente.
Si eso te ocurrió en tu infancia y adolescencia, estos puntos están dedicados a ti. Quizá puedas identificarte con algunos.
1. No podías hacer ni la mitad de las cosas que hacían tus amigos
No te permitían ir a fiestas por la noche. No podías ir a dormir a casa de tu amiga incluso si era fin de semana. No podías salir con algún chico. Y por supuesto, no podías teñir tu cabello. Básicamente, no podías hacer casi nada de lo que los demás estaban haciendo.
2. Nunca podías traer a tus amigos a casa cuando tus padres estaban ahí
Si los llevabas, tenían que pasar el filtro paterno antes de ser amigos ‘autorizados’, o simplemente no querían ir porque les daba miedo tu papá o la dinámica de tu casa les parecía un poco agobiante.
3. Cuando pedías permisos su respuesta era un rotundo ¡No!
Siempre había un motivo para no darte permiso. Porque tus padres no sabían absolutamente nada de la familia de tu amiga en cuestión, porque no conocían a los amigos con los que saldrías, porque no conocían el lugar a donde iban, porque no confiaban en lo que pudieran hacer y sólo Dios sabe lo que te podría suceder si ibas, etcétera, etcétera.
4. Mentirles te hacía sentir mal, pero era la única forma en la que podías llegar a tener un poco de diversión
–¡Por favor, mamá! ¡Se canceló la fiesta en la alberca…!
5. Aún recuerdas que te amenazaban con lavarte la boca con jabón si maldecías alguna vez
6. Siempre usabas la ropa que ellos elegían
Nada de ropa a la moda y de marca. ¿Para qué gastar en prendas que son exactamente iguales y costaban la mitad o más? Era parte de aprender que tu personalidad era suficiente, sin importar lo que te pusieras.
7. Sentías terror por los resultados de tus calificaciones
Ya conocías las consecuencias de tener una calificación menor a la que tus padres esperaban.
8. Tenían serias reservas acerca de lo que podías ver en televisión
–Hay maldad en este mundo.
No podías ver algunas caricaturas como Pokémon, porque podían influenciarte y llenarte el cerebro de estupideces.
9. Cuando salías, tus padres llamaban a tus amigos para comprobar que estabas con ellos
10. Una ‘conversación’ con tus padres –si es que alguna vez sucedió– fue algo como esto:
–No tengas sexo porque te embarazarás… y morirás.
11. Si salías con algún chico, lo mantenías completamente en secreto
Nadie jamás podía mencionar el nombre de ese chico e inventabas mil y una estrategias sólo para verlo. Si alguno de tus padres hubiera sospechado, tu respuesta hubiera sido negarlo todo.
12. De hecho, mantenías la mayor parte de tu vida social en secreto
Por si acaso había algo que ellos desaprobaran, y después estarías castigada durante toda la vida.
13. No podías dormir hasta tarde un domingo, incluso si estabas ‘enferma’
14. Mientras no tuvieras 18 años, tenías que seguir sus reglas
Pero cuando por fin los cumpliste, como aún vivías en su casa, te aplicaron la famosa frase de: “Mientras vivas bajo mi techo”…
15. Siempre los amenazabas con irte a vivir a otro lugar. Todas las semanas.
Y sabías que nada iba a cambiar por decirlo.
16. Tus amigos se burlaban de ti por tener los padres más estrictos del mundo
17. Pedir permiso para hacerte un tatuaje o una perforación era como comenzar la tercera guerra mundial
Ni siquiera un mechón de colores. ¡Pintarte las uñas fue tu gran logro!
18. Y si tentabas al destino desobedeciendo, vivías con el constante temor de que te descubrieran y te asesinaran
19. Hacerte sentir culpable era su forma preferida de torturarte
Porque podías sentir, literalmente, toda la decepción que emanaba de sus almas.
20. Tus amigos finalmente dejaron de invitarte a salir
–¿Otra vez?
Asumieron que tus padres jamás lo permitirían, así que, ¿para qué seguirse esforzando?
21. Y en las raras ocasiones en las que salías, tenías que volver antes de las 10 a casa
¡Adiós, amiga! ¡Lástima que la fiesta apenas comienza…!
22. Cuando veías que tus amigos tenían padres geniales, te pellizcabas para asegurarte de que no era un sueño
23. ¡Apenas tuviste la oportunidad de decidir sobre tu propia carrera!
Siempre que no implicara irte a otra ciudad a estudiar.
Es triste, pero estabas en una jaula y la libertad no estaba a la vista. Los padres estrictos piensan que son sabios y que sus opiniones son supremas.
24. Hubo muchos momentos en los que soñaste con rebelarte
Soñaste. Claramente fue sólo eso.