Sabemos que dejarnos llevar por la suerte y los juegos de azar no es un camino sabio en esta vida, ya que las probabilidades de ganar un premio sustancioso son extremadamente bajas. Pero, en ocasiones, la suerte nos sonríe y cosas que parecían imposibles se vuelven una realidad. Eso le ocurrió a Gabriel Fierro, un veterano de guerra estadounidense, quien de la noche a la mañana se convirtió en un multimillonario debido a su galleta de la fortuna.
Una vez por semana, Gabriel acude al restaurante Red Bowl Asian Bistro para cenar con su esposa. Al llegar a casa, se le ocurrió usar los números de su galleta de la fortuna para comprar un boleto de la lotería por tres dólares y pagó un dólar extra para convertirlo en un boleto de Megaplier, lo que significa que cualquier ganancia se multiplicaría por cuatro.
Un golpe de suerte
La mañana siguiente, Gabriel recibió un correo que le cambiaría la vida. Resulta que fue un día muy afortunado para el veterano, ya que acertó los cinco números ganadores del 18 de enero, dígitos que lo hicieron un millón de dólares más rico. Pero no olvides que Gabriel convirtió su boleto en un Megaplier, por lo que su gran premio fue de ¡cuatro millones de dólares! Al inicio, no lo podía creer.
Recibí un correo electrónico por la mañana y lo miré estupefacto. Se lo mostré a mi esposa y ella pensó que era una broma o tal vez una estafa.
“Probé esos números por capricho”
Pero no se trataba de ninguna estafa. Gabriel realmente se había ganado esa suma, que es, por cierto, el premio más alto que se ha entregado en ese juego en Carolina del Norte, Estados Unidos. ¡Y todo por los números de su galleta! Lo más increíble es que el veterano ni siquiera suele usar los números de las galletas de la fortuna, pero seguramente está supercontento de haberlo hecho en esta ocasión.
Normalmente no juego mis números de la galleta de la fortuna, pero los probé por capricho.
El premio después de impuestos se redujo a 2.8 millones de dólares, lo que sigue siendo una cifra espectacular que seguramente le cambiará la vida a Gabriel y a su esposa, quienes van a invertir, pero, además, ya tienen planes para celebrar.
Vamos a comprar champán de camino a casa.