La belleza no es una travesía sencilla, a veces resulta dolorosa, tardada y tediosa… Pero seguramente si conociéramos los objetos para embellecernos de la antigüedad estaríamos agradecidas porque nuestra rutina ya no implica tanto esfuerzo.
Así han evolucionado estos 15 artefactos de belleza que, por suerte para nosotras, son más fáciles de usar y menos monstruosos.
1. Secadora de cabello
La primera secadora, creada en 1890 en Francia por el peluquero Alexandre Godefoy, en realidad era una aspiradora modificada y era tan grande que no se podía cargar tal como lo hacemos ahora. ¡Ni pensar en llevarla en la maleta!
2. Secador de cabello de salón
En 1920 surgieron los primeros secadores de pelo portátiles, pero el aire que expulsaban no era suficiente para cumplir con su función; además, eran peligrosos y las mujeres corrían el riesgo de electrocutarse. Por eso los secadores de salón eran la mejor opción.
3. Rizador
El primer ondulado lo hizo el peluquero Karl Ludwig Nessler en 1906, con unos tubos para enroscar los mechones, ¡y una mezcla de orina de vaca y agua! Más tarde, en 1917, se creó una máquina con resistencias eléctricas para uso de salones de belleza.
4. Plancha de cabello
Se cree que la primera mujer en plancharse el cabello fue Erica Feldman en 1872. Calentaba con fuego piezas de hierro para moldear su cabello. Más tarde Lady Jennifer Bell Schofield creó las primeras tenazas que ya daban un aire a las que usamos en la actualidad.
5. Rímel
El rímel es uno de los productos de belleza más usados en el mundo y fue creado por Eugéne Rimmel, en el siglo XIX; se hizo famoso por comercializar el primer producto para pestañas no tóxico.
6. Lápiz labial
Quizás el pintalabios sea el producto de belleza más antiguo de todos. Los primeros registros que se tienen son de hace cinco mil años en Mesopotamia, y era utilizado tanto por mujeres como por hombres. Se fabricaba con piedras semipreciosas e insectos triturados, y pasó mucho tiempo antes de que se convirtiera en la barrita portátil que conocemos.
7. Rejuvenecimiento facial
La máscara de la izquierda se utilizaba para prolongar la juventud y combatir las arrugas en la década de los 40. Funcionaba enviando impulsos eléctricos que estimulaban el flujo sanguíneo y contribuía a la producción de colágeno.
8. Masajeador de cuero cabelludo
Para evitar la caída del cabello y propiciar su crecimiento, en 1950 se utilizaban estas máquinas masajeadoras que emitían ligeras descargas eléctricas para estimular la circulación de la sangre y eran conocidas como “dedos artificiales”. Ahora solo basta con tomar vitaminas especiales o recurrir a los menjurjes de la abuela.
9. Máquina anticelulitis
Estas máquinas vibratorias se popularizaron en los años 30 y no podemos negar que su funcionamiento es similar al de los productos “milagrosos” que sacuden el cuerpo hoy en día.
10. Cámara de bronceado
La piel tostada solía ser un símbolo de pobreza y rezago social, pero cuando en la década de los 20 Coco Chanel volvió a París de un viaje por el Mediterráneo con la piel morena, puso de moda el bronceado entre las clases altas dando lugar a las primeras lámparas de bronceado.
11. Bronceadores
Con esta tendencia, también surgieron las enfermedades de la piel. Por eso en los años 40 apareció el bronceado con aerógrafo para dar color sin los dañinos efectos del sol.
12. Brackets
Estos aparatos de tortura fueron inventados en el siglo XVIII y, aunque con el tiempo se han hecho más pequeños y discretos siguen siendo muy dolorosos e incómodos.
13. Dimpleplastia
Es el procedimiento quirúrgico mediante el cual las mujeres pueden “crear” los envidiables hoyuelos que no todas las personas son afortunadas de poseer. Pero en 1936 este efecto se conseguía sin ayuda del bisturí gracias a una especie de máscara que ejercía presión en las mejillas.
14. Rinoplastia
Si no te sentías cómoda con tu nariz y vivías en 1918, podías recurrir a esta barata pero igualmente dolorosa rinoplastia que, mediante un aparato que ejercía presión, modificaba poco a poco el perfil.
15. Faja magnética
No hay duda de que las fajas siguen siendo incómodas, pero en 1912 parecían verdaderas máquinas de tortura. Este corsé magnético, además de darte una cintura de avispa, prometía curar los nervios, la indigestión, las reumas y la parálisis. ¡Todo un estuche de monerías!