Las Nenis están arrasando en el mundo de los negocios emprendedores, pero así como hay algunas que ofrecen servicios o productos buenísimos, también hay algunas que venden cosas bastante extrañas y aunque no lo creas, son bastante consumidas.
Stephanie Matto es una de esas Nenis emprendedoras que sabe que en Internet se puede vender de todo, por eso ahora ella está ofertando nada más y nada menos que… ¡sus flatulencias! Stephanie no pierde la oportunidad de guardar frascos con sus olores y tenerlos listos para cuando le soliciten alguno, pues, al parecer, es el negocio del siglo.
Stephanie es una influencer que a lo largo de los años ha participado en diferentes programas y que se ha ganado el interés tanto de hombres como de mujeres en todo el mundo. Según ella, tiene tantos seguidores que algunos incluso le han pedido que ponga a la venta sus sostenes, ropa interior y hasta el agua de su bañera, todo obviamente usado por ella. Así que ante tantas peticiones, pensó: “¿Por qué no darles algo más personal?”.
Fue así que Stephanie se puso manos a la obra, bueno, intestinos a la obra y empezó a “enfrascar sus gases” para venderlos por Internet. Ella menciona que esto en realidad es un “movimiento publicitario para ganar la atención del público” y vaya que lo logró, pues su estrategia le garantizó, en solo una semana, ganancias de 50 mil dólares.
Sus fans estuvieron realmente encantados cuando lanzó a la venta su producto estrella y, como era de esperarse, ella está feliz por todo el dinero que está recibiendo.
Pero Stephanie no suelta así nada más sus flatulencias, como el resto de las personas lo haríamos. Al contrario, ella lleva una dieta especial que le asegura tener la cantidad de gases necesarios para complacer al olfato de sus finísimos seguidores, por eso consume proteínas, yogurt, huevos y licuados que la hacen tener unos olores… agradables para la venta.
Esto solo nos hace seguir preguntándonos: “¿Por qué pasamos ocho horas en un empleo ganando un sueldo base si podemos emprender con este tipo de negocios?”. Bueno, la respuesta es muy sencilla: ¡Nos falta atrevernos!