Ser mesera no es un trabajo fácil. Deben estar de pie durante largas jornadas, mantener el equilibrio mientras cargan una charola con diversos platillos, ser amables y, a veces, hasta soportar clientes groseros o nefastos. Todo eso por un sueldo mínimo.
Jessica Morris trabaja como mesera en un restaurante. Un día le tocó atender a una pareja de recién casados que celebraban el final de su luna de miel. Cuando la pareja se había marchado, Morris se dio cuenta de que en vez de recibir propina, le habían dejado una pequeña nota muy ofensiva.
Ella se había casado recientemente, y no podía creer lo que su celosa clienta le acababa de decir. Así que, para darle una lección, decidió publicar en Facebook un mensaje como respuesta al penoso incidente.
No suelo hablar del trabajo de esta manera, pero lo que me acaba de ocurrir necesita darse a conocer. Principalmente porque es muy gracioso, pero también porque me ofendió.
Hoy me tocó atender a una mesa de 4. Dos parejas. Una de las mujeres me dijo que estaban ahí celebrando parte de su luna de miel, y yo respondí que me había casado hacía un mes, y los felicité. Asumí que me habían escuchado, así que procedí con el: “¿Qué les puedo ofrecer?”
Como todos deberían saber, ser mesera es un trabajo en el que tienes que tener una personalidad muy amable. Para ganar dinero tienes que ser agradable y, al menos los que me conocen, pueden asegurar que lo soy: una maldita sarcástica en la mejor manera posible. Así que, por supuesto, dejo que esto brille en mi trabajo y en cada mesa.
Esta señora (llamémosla Jenny) y su esposo pidieron su orden y ella me preguntó cuál era mi nombre. Yo respondí: “Jessica” y ella contestó: “Oh, no nos gusta ese nombre. ¿Podemos llamarte Jess?” Me reí y respondí: “Sí, pueden llamarme como quieran. Incluso responderé si me llaman idiota”. Su marido se rió y procedieron a llamarme así durante toda la experiencia que tuvimos como mesera y clientes.
Creí que todo estaba bien, porque se reían y parecían pasar un buen rato. Llevé su cuenta a la caja, les deseé buenas noches y les dije que volvieran pronto. Cuando regresé para cantarle “Feliz cumpleaños” a otro cliente, la pareja y sus acompañantes se habían marchado y en un ticket me habían dado 4 dólares de propina, pero Jenny decidió que yo no me merecía una propina monetaria, así que mejor me dejó una tierna nota con el siguiente mensaje: “Él es mi marido, búscate el tuyo. Buena suerte.”
Quiero añadir que, además, ella robó mi única pluma, y sabía que era la última porque tuve que disculparme de sólo tener una para compartirles a pesar de que tenían que firmar dos cuentas en la mesa.
Esta es la nota original:
¡Él es mi marido! ¡Búscate el tuyo! Buena suerte.
Esta es la increíble respuesta que Jessica escribió:
Querida Jenny:
Me gustaría que supieras que el mesero que estaba en la sección frente a la mía, con el cual yo estuve hablando y consultando cosas casa cierto tiempo mientras tú te sentabas en mi mesa, ES MI ESPOSO. A él lo encontré por mi cuenta y se ve mejor que el tuyo. Además, me gustaría que supieras que lo siento por ti, pero a mí, mi esposo me llevó a un crucero para nuestra luna de miel, y no a un restaurante. Además, mi esposo jamás me haría sentir tan insegura como para tener la necesidad de escribir una nota tan ofensiva a una mesera y hacerla sentir de la forma que lo has hecho.
Jenny, aquí tienes un consejo de vida de mi parte: Tu inseguridad como mujer es preocupante. Ten orgullo propio, por la relación que tienes con TU marido; para que no tengas que humillar a alguien para sentir que estás por encima. Especialmente a una mesera que vive de las propinas y las necesita para ayudar a su marido a pagar las cuentas. Por último, Jenny, espero que la pluma te guste, porque es un regalo de mí para ti. De una recién casada a otra.
Posdata: Mi esposo dice que la próxima vez te puedes sentar en su sección, de esta manera no tienes que preocuparte tanto porque tu esposo esté coqueteando con una mesera. Tal vez puedas ver el anillo mejor de lo que viste el mío.
Firma,
Jessica
(la mujer a la que ofendiste al pensar que intentó coquetear con un hombre que está con su esposa)