Carmen Dell’Orefice es una diva de las pasarelas. Es una de esas mujeres que han demostrado con el ejemplo que para hacer lo que te gusta no hay edad, pues a sus 85 años sigue acaparando los reflectores y sigue siendo el centro de atención del mundo de la moda.
Es la modelo más longeva de las pasarelas (con 67 años de trayectoria). Comenzó a la edad de 13 años y ha seguido modelando desde entonces. Nació en 1931 en Nueva York, y no sólo ha desfilado en importantes pasarelas, también ha sido protagonista de portadas de revistas como Harper’s Bazaar; además de tener participación en la industria cinematográfica, como en ‘La maldición del escorpión de jade’, de Woody Allen, y obras de teatro.
Esta mujer parece ser producto de un elixir de la eterna juventud, y no sólo conserva intacta su belleza, también el porte y la manera en cómo se desenvuelve en los escenarios.
Una de las cosas que más sorprende es su columna perfectamente erguida para un mujer de su edad, pero sin caer en la soberbia.
“Soy una mujer trabajadora, una madre, una hija. Y punto. Abordo mi vida como una obra de teatro: yo soy la guionista, la directora, la jefa de vestuario”.
Dell’Orefice ha posado para los grandes artistas de nuestro siglo y ha protagonizado las páginas de las grandes cabeceras de moda. David Downton, el ilustrador que hace un par de años obligó a la que hoy es su musa y amiga a recuperar todas las fotos que tenía olvidadas debajo de la cama para orquestar una exposición en su honor en el London College of Fashion, es el responsable del penúltimo regreso de la maniquí.
Con 85 años recién cumplidos, la neoyorquina sigue engrosando su portafolio –está en campañas para Rolex, desfiles para Elie Tahari y Airfield, y el catálogo de Target–, lo que es un reafirmación de su persistente atractivo.
“He sido retratada por fotógrafos maravillosos: Avedon, Penn, Liberman, Blumenfeld. Me han convertido en una imagen que –y esto es algo que he entendido con los años– representa lo que esos artistas ven en mí, no lo que soy. Pero con ellos he aprendido ese baile sin palabras entre modelo y fotógrafo. Y, sinceramente, no podría haber tenido una escuela mejor”.
“Aparecer en la portada de Vogue al menos 15 veces en los últimos años, para mí, no significa nada”, confiesa Carmen, porque para ella ha sido pura diversión.
Lleva saliendo en portadas de revistas de moda desde antes que naciera Vogue en 1947.
“¿Que por qué sigo trabajando? Por la misma razón por la que respiro. Me da vida. Cuando estoy en una sesión, no quiero que termine”.
¿Y cuál es su secreto? Carmen confiesa que se mantiene bella gracias a su excelente genética, su envidiable estructura ósea, inyecciones recomendadas por dermatólogos y una dermabrasión médica que le practicaron hace 50 años para hacer desaparecer arrugas.
Sin embargo, no quiere dar más detalles, ya que asegura que las contará en sus memorias.
Hija de un inmigrante italiano y una húngara, comenzó a trabajar de modelo para ayudar a su familia, y hoy se ha convertido en fuente de inspiración.
Uno de sus propósitos es justamente motivar a otras mujeres a deshacerse de todas las ideas preconcebidas que existen acerca de la edad, y para motivarlas a que no traten de competir con mujeres de otras edades.