Cada vez (aunque no como nos gustaría) se reconoce más a las mujeres en el mundo de las letras. Las escritoras no solo han logrado ser reconocidas por sus méritos en el mundo de la literatura sino que, en muchos casos, han superado con creces a sus compañeros masculinos tanto en ventas como en reconocimiento por parte de la crítica.
Svetlana Alexiévich, por ejemplo, es la penúltima ganadora del Nobel de Literatura, y la última historia de Harry Potter (creada por J.K. Rowling) está siendo un gran fenómeno editorial a escala mundial. Sin embargo, tiempos atrás las escritoras tuvieron que cambiar sus nombres femeninos a masculinos para que sus historias lograran ser publicadas y el mundo las conociera. Hoy recordamos a algunas de ellas.
1. Amantine Lucile
Su talento era increíble, pero tuvo que usar el seudónimo George Sand para publicar sus obras. Una vida de novelas y un legado que la convierten en referente para toda persona con interés por la lectura.
2. Las hermanas Brontë
Charlotte, Ann y Emily Brontë vivieron en la Inglaterra victoriana, donde la tuberculosis causaba estragos, y pese a que la máxima autoridad de la nación -el imperio británico- estaba a cargo de una mujer, una escritora tenía pocas o ninguna posibilidad de ser tomada en cuenta. Conscientes de ello, escogieron los seudónimos de Currer Bell, Ellis Bell y Acton Bell.
Bonus: hay una película basada en sus vidas.
3. Caterina Albert
A raíz de la polémica ocasionada por un monólogo que presentó a un concurso literario a finales del siglo XIX, al conocerse que la autora era una mujer, decidió que nada le volvería a obstruir el paso, y comenzó a firmar sus obras como Víctor Catalá.
4. Karen Blixen
Más conocida por el seudónimo de Isak Dinesen, fue candidata al Nobel de Literatura en 1962. Vivió en Kenia durante muchos años, aprendió lengua suajili y lo reflejó en su novela Memorias de África.
5. Laura Albert
Pensaba que nadie querría leer sus “libros de cuarentona”, así que en 1999 decidió publicar su primera novela basada en experiencias propias, con el seudónimo J. T. Leroy. De la noche a la mañana se convirtió en todo un éxito, obligándole a mantener una farsa durante seis años para no revelar su verdadera identidad.
6. Sidonie-Gabrielle Colette
En la Francia de principios del siglo XX no era bien visto que una mujer se dedicara a escribir relatos eróticos, pero eso no le impidió hacerlo. Después de soportar que su infiel marido firmara sus obras en sus primeros años, decidió cortar de raíz con aquella situación, separarse y empezar a firmar sus obras como simplemente Colette.
7. J.K. Rowling
Cuando Rowling fue a publicar su primera novela en 1997, su editor la convenció para que enmascarara su nombre bajo las iniciales J.K. porque no tenía mucha confianza en que tuviera éxito si aparecía con un nombre femenino. Y vaya que se equivocó, porque Joanne es una de las escritoras que más libros ha vendido en la historia de la literatura.
8. Louisa May Alcott
Su obra más famosa, Mujercitas, está firmada con su propio nombre, al ser un encargo de su editor enfocado a chicas jóvenes. Sin embargo, para sus novelas de corte gótico y oscuras usó el seudónimo A. M. Barnard.
9. Katharine Burdekin
En 1930 escribió 13 novelas y fue cuando empezó a utilizar el seudónimo Murray Constantine, supuestamente para proteger a su familia de posibles represalias.
10. Cecilia Böhl de Faber y Larrea
Pasó su vida entre Alemania, España y Puerto Rico, desarrollando una intensa labor como escritora y periodista. Escogió el seudónimo de Fernán Caballero para dar vida a sus escritos.