Imagínate una escena en la que, mientras buscas, te dices: “Si yo fuera mi loción de vainilla, ¿dónde estaría?”, y cuando la encuentras, exclamas: “¡Ajá! Aquí estás, rodaste debajo de mi cama!” Puede parecer extrañísimo, pero yo me hablo a mí misma mucho. Y no me refiero sólo a hacerlo en la intimidad de mi propia casa, me hablo a mí misma mientras camino por la calle, cuando estoy en la oficina o cuando voy de compras. Pensar en voz alta me ayuda a materializar un poco lo que estoy pensando. Me ayuda a darle sentido a las cosas.
Por supuesto, si algún desconocido me ve, hablar conmigo misma me hace parecer una ‘loca’. Porque las personas que están locas se hablan a sí mismos, ¿no?, conversan con las voces que hay dentro de su cabeza, así que si yo, o tú, no hablamos con nadie, las personas pensarán que somos candidatas a ingresar en un psiquiátrico. O que me he pasado con mi adicción a las drogas y mi concentración resulta tan desconcertante como la mirada de Gollum cuando se dirige a su ‘precioso’.
Bien, pues resulta que hablar con uno mismo es algo bueno según la ciencia. Además, las personas más inteligentes del planeta se hablaban a sí mismos. Busca los monólogos interiores de los más grandes pensadores. Mira en la poesía. ¡En la historia! Albert Einstein hablaba consigo mismo. Como no era una mariposa social, cuando él estaba creciendo, prefirió hablarse a sí mismo. (La página de Einstein.org dice que: “Solía repetir sus frases a sí mismo en voz baja”)
Al parecer, no estoy sola, y no estoy loca. (–Esto es muy inteligente, ¡ja!)
Hablar contigo misma hace que tu cerebro funcione de una manera más eficiente
Un estudio escrito por los psicólogos Daniel Swigley y Gary Lupya, explica cómo la acción de hablar contigo mismo resulta realmente beneficiosa.
En un experimento Swigley y Lupya le dieron a 20 personas el nombre de un objeto (como una barra de pan o una manzana) que se les dijo encontrarían en el supermercado. Durante la primera serie de ensayos, los participantes estaban obligados a guardar silencio. En el segundo set, repitieron el nombre del objeto en voz alta mientras lo buscaban por la tienda. De acuerdo con Live Science, los sujetos encontraron el objeto con mayor facilidad cuando hablaban consigo mismos durante la búsqueda, ya que decir cosas les traía recordatorios fuertes a la memoria; nombrar el objeto lo hacía más tangible.
Hablar en voz alta cuando buscas, te ayuda sólo cuando sabes lo que necesitas encontrar
Si quieres encontrar algo, decir el nombre del objeto en voz alta es útil solamente cuando estás familiarizada con su apariencia. Tienes que saber lo que estás buscando, de lo contrario, vas a terminar confundiéndote. Según Lupyan:
Darte declaraciones a ti mismo no siempre es útil. Si realmente no sabes a lo que se parece el objeto, decir su nombre no puede tener ningún efecto. Si por el contrario, sabes que los plátanos son amarillos y tienen una forma en particular, al decir plátano estás activando propiedades visuales en el cerebro para ayudarte a encontrarlo.
En otras palabras, no se puede dar sentido a algo sin saber de lo que se trata. Si tú sabes lo que necesitas y verbalizas su nombre, mejorarán tus posibilidades de encontrarlo.
Hablar con uno mismo es algo que aprendemos de niños
Los bebés aprenden a hablar escuchando a los adultos e imitando lo que dicen, o sea que hablar es cuestión de práctica. Necesitamos escuchar nuestras voces para aprender a usarlas. Un niño aprende a hablar a través de sus acciones.
De acuerdo con Live Science: “El discuros auto-dirigido puede guiar el comportamiento de los niños en procesos que requieren seguir pasos, como atarse los cordones de los zapatos. Es como si se recordaran enfocarse en la tarea que realizan”.
Piensa en todos los pequeños que conoces: ¿no los has visto hablar con ellos mismos mientras juegan con un coche de juguete o su peluche favorito? Un niño puede resolver problemas si se enfoca hablando acerca de ellos. Por ejemplo, el pequeño que está jugando con sus coches de juguete, podría decir: “El coche pequeño puede caber a través de esta puerta, pero el camión grande es demasiado grande”. Al mismo tiempo, va a probar cuál de los dos coches cabe por la puerta. Al hacer esto, recordará en el futuro como resolvió el problema.
Hablanr consigo mismo le ayuda a tener un sentido de lo que es el mundo.
Hablar contigo misma te ayuda a organizar tus pensamientos
Otra cosa para lo que me ayuda hablar conmigo misma es que soy capaz de organizar los pensamientos que pasan corriendo a través de mi cerebro. Escuchar mis problemas vocalizados calma mis nervios. Como si fuera mi propio terapeuta, mi voz interior ayuda a mi cerebro con mis problemas.
Según la psicóloga Linda Sapadin, hablar en voz alta ayuda a validar las decisiones importantes y difíciles: “Contribuye a calificar los pensamientos, destacando lo que es importante, así como a concretar las decisiones que se están contemplando”.
Todo el mundo sabe que la mejor manera de resolver un problema es hablarlo en voz alta. Y ya que es tu problema, ¿por qué no discutirlo contigo misma?
Hablar contigo misma te ayuda a alcanzar tus metas
Hacer una lista de metas y salir a perseguirlas puede ser algo difícil de hacer. De hecho, puede ser abrumador. Hablar contigo misma sobre esos objetivos puede ayudarte a alcanzarlos porque reafirmas lo que quieres. Es como si te acompañaras a ti misma a través del proceso: cada paso parecerá menos difícil y más concreto. Las cosas parecerán factibles, y tú estarás menos preocupada acerca de enfrentarte al problema.
Como Sapadin dice: “Decidiendo tus metas en voz alta centras tu atención, refuerzas el mensaje, controlas tus emociones fuera de control y haces una pantalla para las distracciones”.
Finalmente, volviendo a genios como Einstein, la gente que habla consigo misma es muy competente porque ha aprendido a contar con ellos mismos para averiguar lo que necesitan. ¡Nosotros los ‘locos’ que hablamos en voz alta somos los más eficiente de todos! Nos tomamos el tiempo para escuchar nuestra voz interior, en voz alta y orgullosa.