Desde que puedo recordar, he llorado como como si me acabaran de hacer picar cebolla cuando veo ciertas películas. Ya sea en casa o en un cine, no puedo retener mis lágrimas al ver películas muy conmovedoras o emotivas.
Pero no siento ninguna vergüenza sobre esto. Admito que he llorado delante de mi familia, de mis amigos, seres queridos e incluso rodeada de completos extraños durante innumerables películas. Después de todo, ¿quién te podría culpar por derramar lágrimas cuando Mufasa muere en El Rey León? ¡Es devastador!
Y si tú no consigues que se forme un nudo en tu garganta durante la escena del beso en Diario de una pasión, entonces me pregunto si eres un ser humano o un robot.
Una reciente investigación del blog Five Thirty Eight sugiere que alrededor del 92 por ciento de las personas han llorado por lo menos con una película. Así que, al parecer, no estoy sola cuando se trata de ir al cine y llorar a mares.
Aún así, el hecho es que muchas personas creen que el llanto es signo de debilidad. Esto es particularmente cierto en los hombres, que crecen escuchando frases como “los hombres no lloran”, lo que los lleva a pensar que el llanto es completamente inaceptable.
Independientemente del contexto, creo que ninguno de nosotros deberíamos de esconder nuestras lágrimas. No hay nada de vergonzoso o embarazoso en el llanto, al contrario, es parte de lo que nos hace humanos.
Siéntete orgullosa de tus lágrimas, ya que llorar durante las películas tiene una beneficios ocultos y pueden hacernos más empáticos, alegres y generosos. La empatía, por ejemplo, es un aspecto vital de la inteligencia emocional, una habilidad destacada entre los grandes líderes y personas de gran éxito.
En otras palabras, si lloras durante las películas, es muy probable que seas fantástico con la gente y que seas una persona emocionalmente fuerte, desmintiendo aún más la idea de que se trata de una debilidad.
La empatía nos hace más fuertes y mejores seres humanos
La investigación muestra que la ficción, tanto en forma literaria como cinematográfica, mejora en gran medida la capacidad de empatía de las personas. Esto tiene mucho sentido porque la ficción nos permite entrar en los zapatos de un personaje e imaginar una realidad diferente, tal vez mucho más difícil de lo que es la nuestra.
A su vez, nos convertimos en personas de mente más abierta, haciéndonos cada vez más compasivos en nuestra interacción con los demás.
Vivimos en una caja de espacio y tiempo. Las películas son ventanas en sus paredes. Ellas nos permiten entrar a otras mentes, y no simplemente en el sentido de identificación con los personajes, aunque eso es una parte importante, porque vemos el mundo como otra persona lo ve. –Roger Ebert, crítico cinematográfico estadounidense.
Mucho de esto tiene que ver con la forma en la que nuestros cerebros están conectados. Las películas están diseñadas para tener un impacto a nivel emocional y con frecuencia tienen éxito con este esfuerzo.
Cuando vemos películas con contenido altamente emotivo, nuestro cerebro libera oxitocina, una hormona potente que también se comporta como un neurotransmisor en el cerebro. La oxitocina nos ayuda a conectarnos con otros seres humanos, a ser más empáticos, amorosos, confiados y altruistas.
Paul J. Zak, un neuroeconomista de la escuela Claremont Graduate, es un experto de renombre mundial sobre los efectos de la oxitocina (también denominada la “molécula de la moral”). En un experimiento realizado por uno de sus estudiantes de posgrado, los participantes observaron un video del hospital infantil St. Jude, en Memphis.
La mitad del grupo vio una parte del video en la que un padre discute el cáncer cerebral y terminal de su hijo, llamado Ben. La otra mitad vio una parte donde Ben y su padre fueron de visita al zoológico.
La parte del video donde se discutió el cáncer de Ben era obviamente más difícil de ver y produjo una respuesta más emocional: los participantes que la vieron mostraron un 47 por ciento de aumento de oxitocina en la sangre. También demostraron alterar su comportamiento de una manera positiva.
Después, a todos los participantes se les pidió que tomaran decisiones que involucraran al dinero y a otras personas. Las personas que veían el segmento más emocional eran mucho más propensos a ser generosos con los extraños y a donar dinero a la caridad.
Curiosamente, los que donaron también fueron palpablemente más felices que los que no lo hicieron.
Lo que todo esto sugiere es que lloramos durante las películas más emocionales debido a que la oxitocina nos hace sentir más al estar conectados con los personajes, al tiempo que aumenta los niveles de empatía y el altruismo.
Como Zak explica:
La oxitocina nos hace más sensibles a las señales sociales que nos rodean. En muchas situaciones, éstas nos motivan a participar para ayudar a los demás, sobre todo si la otra persona parece necesitar nuestra ayuda.
Por lo tanto, ir a ver una película donde ríes y lloras es bueno para tu cerebro, y sólo podrías motivarlo a hacer cambios positivos en tu vida y en la vida de los demás también.
Los individuos altamente expresivos son a menudo percibidos como “adaptados para lidiar con las duras realidades del mundo”. Pues resulta que las tendencias emotivas son una tremenda fuente de fuerza, por lo que una persona emotiva tendrá esa cualidad.
Si los ojos son la ventana del alma, las lágrimas son el limpiador: mantienen las cosas en perspectiva
Las lágrimas son una hermosa manifestación de la potencia y el alcance de nuestras emociones, ya que las fabricamos durante los momentos de gran dolor o alegría excesiva. Muchos de nosotros llegamos a las lágrimas no sólo durante las escenas tristes de las películas, también en los mejores y más felices momentos.
Más a menudo que no, llorar es bueno para ti. Puede ser catártico y ayuda a reducir el estrés, que a menudo es proporcionado por nuestro estado de ánimo.
No llorar, en realidad, está demostrando que aumenta el estrés, lo que eventualmente puede tener un impacto negativo en nuestra salud física; por no hablar de que sin las lágrimas no seríamos capaces de ver: ellas proporcionan una lubricación vital para nuestros párpados y globos oculares.
En pocas palabras, las lágrimas nos conceden la vista y la fuerza en un sentido figurado y literal, o como Victor Hugo dijo una vez: “Los que no lloran, no ven”.
Así que si eres de las que con frecuencia saborea la descarga salada que emana de tus ojos, no te desesperes: te ayudará a largo plazo.