Hay un montón de palabras que utilizo a menudo cuando me piden que me describa: valiente, ambiciosa, independiente, con los pies en la tierra, genuina. Por supuesto, esas son todas las características de las que estoy orgullosa, y son lo primero que se me viene a la mente. Son mis puntos fuertes.
Sin embargo, cuando el desafío es nombrar mis debilidades, una salta de inmediato: soy indecisa. Hay varios aspectos de mi vida en los que sé lo que quiero. Me gustaría tener una carrera exitosa, una familia propia y una hermosa casa. Pero he llegado a aceptar que hay cosas para las que nunca tengo una respuesta. Simplemente no están en mi naturaleza. En general, creo que muchas chicas somos indecisas, y sólo podemos ser francas y apasionadas al tomar algunas decisiones, lo cual nos crea problemas, como estos 13 que vivimos por indecisas.
1. No sabemos lo que queremos comer
Puedo pasar de tener un antojo de pastel de chocolate y café a querer algo salado en menos de 30 segundos. Sólo sé que es una tortura que me pregunten lo qué quiero comer, sobre todo si decides esperar a ordenar después de que yo lo haga. No estoy hecha para ese tipo de presiones.
2. Y cuando sí sabemos es porque elegimos la misma maldita cosa
Vamos al mismo lugar cada maldita vez. ¡Y tú aún no sabes que puedes ordenar por mí una pizza con doble queso!
3. Podemos pasar horas dudando si algo nos queda bien o no
Compré cinco nuevos vestidos con la esperanza de que me ayuden a deshacerme de este conflicto de decisión. Aún no ha funcionado.
4. También podemos pasar horas decidiendo si debemos ir o no a algún lugar
“No tengo nada que ponerme, pero tengo esa nueva blusa que es linda”
“Estoy demasiado cansada…”
“Tal vez debería dormir”
“Dormiré cuando esté muerta, ¡vamos de fiesta!”
*Bosteza*
“Está bien, voy a ir. Tal vez”
5. Si salimos, NUNCA nos decidiremos a dónde ir
Lo único que ayuda a responder a esta pregunta es si en un lugar la cerveza es más barata que en otro. (Aún trato de pagar todos mis préstamos.)
6. La realidad es que no sabemos lo que queremos beber
“¡Cerveza! Espera. Si tomo cerveza, entonces no podré beber vodka. Cerveza antes del licor, suena como que mañana tendré una resaca horrible”.
“¿Hay promociones especiales? Voy a pedir una de esas”. (Porque trato de ahorrar)
7. Jamás sabemos que ponernos
–No tengo absolutamente nada que ponerme.
Yo siempre digo que no me gusta mi ropa por lo menos tres veces a la semana. La elección de la ropa puede se la parte más estresante de mi día, especialmente cuando –al parecer– no me gusta nada de lo que hay en mi armario.
8. ¿Nos han visto ir de compras?
¿No? Bueno, vamos a pasar tres horas en una tienda y nos vamos a ir con las manos vacías porque nada nos queda bien o nos gusta algo pero nos parece muy caro. Treinta minutos después, nos gustaría comprar cualquier maldita cosa.
9. No podemos definir aquello en lo que debemos gastar
No sólo estoy hablando de ropa. Estoy hablando de la comida, de un nuevo corte de cabello, unas vacaciones, un coche nuevo, una mascota o una película en el cine. La lista es interminable. Estamos constantemente en el dilema entre lo que necesitamos y lo que queremos.
10. Cuando alguien te dice que un corte pixie será divertido
Olvídalo. Revisaré cientos de fotografías de estilos de cabello en Pinterest sólo para terminar saliendo del salón casi igual que como entré. (No me malinterpretes: me encanta la idea de una melena más alocada, pero, ¿y si no me gusta?)
11. ¿Debería darle “me gusta” a esto?
Las conversaciones que tenemos sobre marcar “me gusta” en las redes sociales son realmente divertidas. Por ejemplo, sobre el chico que te gusta. Tu razonamiento será: “¿Debería darle ‘me gusta’ a su foto? No quiero darle una idea equivocada”. Luego te preguntarás como qué clase de idea equivocada podrías darle, hasta que finalmente no lo haces. Todas odiamos eso.
12. Si nos dan la opción de “tal vez”, la tomaremos
Si eso me vuelve loca, entonces no deberían ofrecerme esa opción.
13. A menudo tratamos de hacer felices a todos
Cuando se llega a esto, la raíz de nuestra indecisión a veces viene de querer complacer a todos. No queremos tener la primera palabra y ciertamente no queremos tener la última. Entonces decidimos no decir ninguna.