Decir groserías es liberador. Yo soy una mujer que ama maldecir, aunque debido a eso, he tenido que soportar muchas críticas: “¿Con esa boquita comes?”, “ese vocabulario no es el adecuado para una señorita como tú”, “pareces camionero”, son sólo algunas de las tantas frases trilladas que a menudo escucho.
Si tú eres una chica que tiene un vocabulario que las personas consideran vulgar, entonces ahora ya tienes cómo excusarte. No más regaños de nuestros padres, ni llamadas de atención de nuestra pareja. Un estudio ha revelado que decir groserías alivia y desahoga, por lo tanto, las personas que las dicen son mucho más felices.
1. Decir groserías hace que sientas menos dolor
¿Alguna vez has escuchado hablar del efecto analgésico de maldecir? Yo no, porque no soy estudiante de psicología. Sin embargo, un estudió realizado por Richard Stephens, de la Universidad de Keele, en Inglaterra, en el que 67 estudiantes universitarios sumergieron sus manos en agua helada al mismo tiempo para ver cuánto soportaban, mostró que cuando maldices el dolor es menos.
Durante la primera prueba se animó a los estudiantes a que gritaran, que maldijeran… Después, hicieron la misma prueba, pero sin decir palabra. Los voluntarios aguantaron 40 segundos más las altas temperaturas mientras gritaban groserías. También afirmaron que sentían menos dolor en general. Stephens concluyó aconsejando a las personas que maldigan cuando sientan algún dolor.
2. Decir groserías te hace sentir más fuerte
A través de otro estudio, el profesor Stephens se dio cuenta de que maldecir aumenta la agresión. Pero, ¿cuál es la importancia? ¡Fácil! Que la debilidad disminuye. Maldecir hace que las personas se sientan más fuertes de lo que en realidad son. ¿Sorprendente, no? Así es como funciona el poder de la mente.
3. Que las digas no significa que eres ignorante
Las personas creen, erróneamente, que quien dice groserías lo hace porque no tiene un amplio vocabulario que le permita encontrar las palabras adecuadas, y por eso, reemplazan ciertas palabras por groserías. ¡Eso es mentira! Stephens trabajó en conjunto con Amy Zile en un proyecto financiado por la Sociedad Británica de Psicología en el 2013, y llegaron a la conclusión de que decir groserías no está directamente relacionado con el intelecto.
4. Maldecir sirve como un mecanismo de defensa
Tal como Stephens demostró en su estudio con los universitarios, maldecir constituye un mecanismo de defensa. ¿De que otra manera te puedes explicar que los que maldijeron duraron más con las manos dentro del agua helada?
5. Decir groserías te ayuda a ser mucho más resistente
Dejando de lado el hecho de que maldecir sirve como mecanismo de defensa, también te hace sentir que eres capaz de conseguir cualquier cosa.
Sólo piensa que estás en el trafico, vas tarde al trabajo y un mal conductor no respeta los señalamientos haciendo que tu camino se vaya entorpeciendo. Comienzas a maldecir (claro, desde tu coche). ¿A poco no te sientes invencible? Sabes que tal vez el gritar groserías no te sirva de nada, pero te ayuda a liberarte y hace que seas más resistente ante la situación.
6. Hace que te sientas mucho mejor
En ningún momento maldecir te hace sentir peor, ¿verdad? Timoteo Jay, un psicólogo de la Facultad de Artes Liberales de Massachusetts, dice que “maldecir nos permite dar rienda suelta a lo que sentimos, y expresar la ira, alegría, sorpresa o felicidad”.
7. Decir groserías te ayuda a enfatizar tus puntos de vista
¿Te has dado cuenta de que hay situaciones en las que no puedes expresar con palabras lo que estas sintiendo? Lo más común en estos casos es decir frases exageradas que implican el uso de groserías. ¿Por qué otra razón maldecimos tanto cuando nos golpeamos el dedo pequeño del pie con algún mueble, más que para expresar enojo?
8. Ser una chica grosera significa que eres creativa
¡Joder! ¡Maldición! ¡Idiota! ¡Cabrón!… Son palabras que pueden ser tan contundentes como si dijeras una larga oración. Emplearlas requiere una buena dosis de creatividad. ¿O no?