La industria textil genera miles de prendas cada día y probablemente es una de las que más contaminación produce, por eso es importante crear conciencia y transformar de vez en cuando la ropa que ya tenemos. Con estas ideas en mente, Clarisse Merlet desarrolló un proyecto para reutilizar las prendas que las personas ya no necesitan.
Al tratar de responder a las problemáticas ambientales, Merlet recolectó todas las prendas que podía de la capital de la moda, en Francia, para crear ladrillos resistentes.
Clarisse creó la empresa FabBRICK
Hoy en día esta empresa es una de las pioneras encargadas de reciclar textiles que todos los días son desechados en Francia. Luego de someterlos a varias procesos alquímicos, logran que todo se convierta en ladrillos con funciones térmicas y acústicas que son extremadamente resistentes al fuego.
Este procedimiento tan innovador está logrando reducir todo el impacto ambiental que se genera en la industria textil, pues según datos de las autoridades sanitarias francesas, en el país se recolectan cerca de cuatro millones de toneladas que terminan en los basureros y que difícilmente pueden ser destruidas.
Consciente de toda la situación, Merlet pensó en la manera de reducir esta problemática y así fue como utilizó todos los desechos para crear FabBRICK, una empresa dedicada a la fabricación de bloques decorativos y aislantes que son hechos a partir de ropa vieja.
Desde el 2019 comenzó con una campaña que tuvo gran aceptación en las redes sociales y con la que logró recaudar cerca de 12 mil dólares, que fueron invertidos para comprar una máquina que facilitara el proceso de compresión de la ropa.
La ropa de algodón es la mejor para aislar el calor y el ruido, así que esta es la que se selecciona primero, luego es colocada en una balanza de textiles para asegurar que cada ladrillo pese lo mismo y después se mezcla con un pegamento orgánico, de tipo ecológico que está hecho a base de ingredientes no contaminantes.
La máquina funciona de maravilla. Lo mejor es que no requiere estar conectada a la corriente eléctrica, pues es de uso manual y mecánico. Cada ladrillo que se produce necesita una cantidad de tela, que equivale a dos o tres camisetas de tamaño promedio.
La fama de este innovador invento va en aumento y es probable que en el futuro esta sea una grandiosa opción para remplazar el concreto. Sin duda, esta propuesta ambiental es muy novedosa y debería expandirse por todo el mundo.