Uno de los beneficios de ser una persona que habla directamente es que encuentra sus propias maneras de lograr lo que quiere en base a la comunicación verbal. Aprendes a hablar con claridad y a escuchar con atención, lo cual provoca excelentes resultados al momento de pedir una opinión. Sin embargo olvidas que en muchos de los casos no a todos les gusta escuchar la opinión que NO te pidieron, pero a veces es involuntario decir en voz alta lo que piensas porque simplemente así eres.
Si eres así, constantemente te meterás en problemas por ser extremadamente directa, y aunque a ti te gustará que la gente fuera igual contigo, lamentablemente pocas veces sucede. Por eso te dejamos estos puntos con los que seguramente te identificarás.
1. Simplemente NO tienes filtro
Usualmente dices lo primero que se te viene a la mente porque estás acostumbrada a reconocer los pensamientos que más te convencen de que estás segura de algo, así que cuando lo dices, lo haces con confianza. A veces lo que digas estará de acuerdo con los demás, pero cuando no… te volverás un poco “desvergonzada”.
2. Te sorprende lo fácil con lo que la gente se puede ofender
Al opinar, sobre todo de temas delicados como política, religión, famosos, etc, frecuentemente ofendes a gente y no te das cuenta. Lo malo para ellos es que como a ti no te importa, sienten que eres grosera. Pero tal vez un recordatorio educado a mitad de plática, disculpando que así es tu carácter, podría quitarle un peso de encima a alguien que tal vez se sintió ofendido.
3. La gente encasilla cualquier comentario tuyo como “nefasto”
Cuándo la gente hace o dice algo que te molesta, generalmente tiendes a decirlo en el momento. Esto probablemente te haga ganarte una gran etiqueta de “malhumorada”, pero la gente que te conoce y te quiere jamás se tomará nada personal, pues saben que así eres.
4. Tus gestos siempre te delatan
A veces aunque estés hablando de un tema que no necesariamente es profundo o de importancia, sueles hacer gestos agresivos; el ceño fruncido, mirada amenazante, o incluso señalar con el dedo. Pero esto es una respuesta inconsciente de tu cuerpo, el cual está acostumbrado a hablar así. Hay días que una plática sobre el clima se puede volver algo incómodo por la manera en que opinas tan “intensamente”.
5. Tus amigos nunca están seguros si quieren hablar contigo de algunos temas
La gente que te conoce ya sabe cómo reaccionarás a ciertas cosas. Tus amigos ya imaginan un poco qué reacción tendrás a temas como política o religión; y a veces para evitarse un debate contigo, prefieren cambiar de tema. Aunque siempre podrás responder con un sarcasmo a temas que realmente no te interesa tanto hablar, ¡y todos felices!
6. Te has vuelto selectiva con tus amigos
Antes que eras más joven, salías afuera a conocer gente y por inercia hablabas directamente. Pero ahora que te conoces mejor, te has vuelto más selectiva con la gente que te rodeas. Has terminado en el punto en el que prefieres mucho más ir al cine sola, que con alguien que estará incómodo por la manera en que te quejas de la película.
7. Has perdido la paciencia para muchas cosas
Cuando se trata de conocer personas nuevas, ya de antemano sabes cómo eres y que probablemente los podrás “asustar” con tu manera de hablar. Te conviertes en otra persona que es introvertida y no habla, pues ya no tienes paciencia para excusarte con gente nueva por tu manera de ser. Has llegado a la conclusión de que la persona que sea como tú te entenderá desde el primer momento, no importa cuánto tardes en encontrar esas almas gemelas de la autoexpresión.
8. Tienes más anécdotas graciosas por hablar directamente que por quedarte callada
Tienes tantas anécdotas de graciosos momentos incómodos que podrían hacer una comedia de TV en tu honor. Las veces que dijiste algo inapropiado en casa de tus suegros o en un funeral; son tantas anécdotas que cada vez vas perdiendo más la cuenta, pero lo mejor de todo esto es que le has perdido vergüenza a casi cualquier situación.
9. Los demás quieren tenerte bajo control
No soportas cuando un amigo o tu novio te pide que te “gobiernes”, no solo te enoja el comentario; ¡lo tomas como un reto! Pero al final siempre te das cuenta que no vale la pena. Dices exactamente lo que sientes y piensas, y jamás te tomarás personal cuando otros no están de acuerdo contigo. Tienes una gran inteligencia emocional para sobrellevar esas cuestiones tan irrelevantes.
10. Eres segura de ti misma
Tal vez a veces dudes en hablar, y piensas demasiado si deberías o no decirlo. Pero luego recuerdas que la mayor parte de las veces que has hablado has estado en lo correcto. Así que te vuelves cada vez más fuerte y segura al hablar, sin importarte mucho lo que digan o piensen de ti.