Preguntarle a una chica dónde y qué quiere comer, sin éxito, es una historia tan antigua como el tiempo. Los hombres podrían pensar que al hacer esta pregunta las cosas se facilitarán, pues ella elegirá su lugar favorito, pero en realidad sólo están a punto de sumergirse en un torbellino de confusión y frustración total.
Este video resume con exactitud lo que se siente participar en una de estas conversaciones sin final, y es muy importante que lo veas antes de continuar leyendo este artículo. (No te preocupes sólo son 11 segundos)
Como puedes ver, no es tan simple, ¿verdad?, pero: ¿por qué?
1. No queremos parecer demasiado exigentes
¿Por qué las mujeres no podemos tomar una decisión al respecto? Pues bien, la verdad es que sí podemos, pero no queremos parecer demasiado interesadas o exigentes. En cambio, responderemos con un a dónde quieras o lo que tú quieras.
Es una triste broma para nosotras, porque obviamente nos importa, y no vamos a tener ningún problema con rechazar todas y cada una de las sugerencias que nos den. En lugar de mencionar unas cuantas opciones seguiremos cediendo la elección, hasta que finalmente encuentran algo que merece la pena como para arruinar la dieta.
2. No queremos que conozcas nuestras extrañas tendencias alimenticias
“La cebolla y el aderezo lo pones aparte… ¡Ah, y sin mayonesa, por favor!”
Claro, nosotras no podemos ser muy exigentes con la comida libre de gluten, pero a muchas de nosotras sí nos importa la comida libre de carbohidratos. Júzguenos todo lo que quieran, pero realmente deberían estar agradecidos, sobre todo si lo que quieren es quitarnos la ropa al final del día.
Las mujeres hacemos un montón de cosas extrañas a la hora de comer. Cortamos nuestra comida en pedazos minúsculos; masticamos de 30 a 40 veces antes de tragar; modificamos nuestro plato para que sea completamente irreconocible comparado con el que salió de la cocina. Lo que sea.
3. No queremos que veas el poco autocontrol que tenemos sobre nosotras
A menos de que optes por una opción saludable, hay una probabilidad del 150 por ciento de que terminemos devorando nuestro plato, y probando del tuyo. Nadie –repito, nadie– puede resistirse a la tentación de una deliciosa y crujiente rebanada de pizza.
Y si no le dices a la camarera que no lleve la canasta de pan a la mesa antes de la comida, no hay vuelta atrás: una vez que esa maravilla aparezca, mis manos irán a parar a ese delicioso trozo de pan recién horneado.
La única manera en que haya una pequeña posibilidad de tener cierto tipo de autocontrol, es que no haya ningún alimento que nos haga caer en tentación.
4. Queremos fingir que nos preocupamos por lo que tú quieres también
En realidad no nos importa tanto lo que quieras comer, pero tenemos que fingir para no lucir mal. Siempre estamos tratando de mantener la puntuación a nuestro favor, así que si te dejamos ‘ganar’ esta vez, sólo es porque sabemos que podemos pedir algo mucho más importante en un futuro. (“Pero mi amor, yo quiero ir a casa de mi mejor amiga, recuerda que la vez pasada que fuimos a cenar tu elegiste el lugar“)
¿A poco no nos hace parecer unas santas cuando dejamos que tú escojas el restaurante en lugar de fastidiarte sobre nuestras restricciones (falsas, por cierto) dietéticas? ¿No te parece más fácil hacerlo de esta manera? ¿No se supone que quieres pasar un rato más conmigo? ¡Exactamente!
5. De hecho, no tenemos la más mínima idea de qué queremos comer
La mayoría de las veces, ni siquiera sabemos qué es lo que queremos comer. Lo único que sabemos es lo que no queremos, pero sólo después de que tú has lanzado unas cuantas sugerencias. Claro, esto puede sonarte loco y descabellado, pero ¿de que manera pretendes que vamos a saber qué es lo que no queremos comer?
Además, las mujeres somos muy, muy indecisas (¿no te sorprende, verdad?). Honestamente, hay un montón de alimentos que nos encantaría comer: hamburguesas, malteadas, alitas búfalo… pero simplemente no podemos. En un mundo ideal, nos gustaría comer casi lo que fuera. Por desgracia, las calorías realmente cuentan, así que, casi siempre, terminamos tristes frente a un plato de ensalada.
6. En caso de duda…
La manera más rápida de llegar al corazón de una chica, es a través de su estómago, y ¿qué es lo que su estomago quiere en todo momento? ¡Ding, ding, ding! ¡SUSHI!
Nunca quedarás mal cuando sugieres ir por sushi para comer. No importa si son las 11 de la mañana o las 10 de la noche. Una chica siempre comerá su rollito de atún con una gran sonrisa en el rostro.
Así que, en caso de duda, siempre, siempre, sugiere sushi.