Ser estilista es algo más que cortar y pintar el cabello. Algunas veces –por ejemplo– debe ser el terapeuta más barato que su cliente podría conseguir. Los estilistas, cosmética y psicológicamente, transforman tu imagen y tu confianza, además de que están más al tanto de los chismes que un programa de espectáculos.
Por supuesto, todas las profesiones tienen clientes buenos y malos. Si uno de ellos llega al salón con cero habilidades interpersonales y unos modales terriblemente groseros, será muy difícil no cortarle ‘accidentalmente’ el cabello de manera desigual. Lo que verás a continuación es parte de los ‘gajes del oficio’ de un estilista.
1. No poder escuchar a una clienta por el ruido de la secadora y sólo reírte esperando que no se trate de una pregunta
O imagina que exclamas ¡ja, ja, ja! después de que te dice que fue ayer el funeral de su tía.
2. “No quiero el pelo más corto y me gusta el color, pero quiero un cambio”
¿Por qué estás en mi silla, en primer lugar? Esto es casi tan malo como cuando las clientes desean “volumen, pero no demasiado”. Claro, el estilista sólo tienen que agitar su varita y aparecerá la magia.
3. Cuando una clienta llega con el cabello de color azul y negro y entonces pide un rubio platinado
¿Desde cuándo “peluquería” suena como “hacemos milagros”? Dame un segundo mientras re-invento toda la paleta de colores.
4. Cuando ella pide “tres capas”
¿De qué se trata este corte de pelo mítico en el que tantos clientes insisten? ¿Dos o tres capas? ¿¿Queeé??
5. Acabar un tinte y que parezca que has cometido una masacre
He aquí las sangrientas manos de la muerte –también conocidas como “rojo violeta”, para ser más exactos.
6. O… el asesinato de un pitufo
7. Cuando las clientas dejan sueltos a sus niños diabólicos
Es difícil decir qué es peor: cuando una clienta trae a su niño rebelde para provocar el caos, o cuando invita a todo su circulo de amigas y sabes que estarán pendientes de cada corte que realices.
8. El sentimiento inexplicable que te produce un auto-corte
Es ese tipo de ira que sientes cuando una clienta corta su propio flequillo. Sobre todo cuando queda con el aspecto del Mr. Spock y luego lo niega.
9. Cuando tu clienta hizo cita para corte, y luego decide aprovechar y te pide corte y color completos
Por supuesto que se tardarán más de 45 minutos y crearán inconvenientes a otros clientes que han reservado su cita con anticipación.
10. Que un cliente mantenga los ojos bien abiertos mientras le están lavando el cabello
¿Hay algo más inquietante que eso?
11. Quitarte la ropa después de un día ajetreado y sentir pelo en tu ropa interior
Posiblemente es la única profesión en la que esto sucede.
12. Cuando a una clienta le parece ofensivo que le preguntes si ha utilizado un tinte de caja
Sabemos que compraste una caja barata de tinte en tono “rubia atrevida” y ahora corregir el color va a costar tres veces más el precio que pagaste al principio. ¿Oferta? No lo creo.
13. Cuando tus amigos asumen que todos sus cortes de cabello serán cortesía de la casa
¿Quieres que en mi único día libre te corte el cabello de forma gratuita? ¡Por supuesto! ¡Para eso exactamente estudié y he trabajado tanto tiempo!
(Todos tenemos cuentas que pagar y los peluqueros no son la excepción)
14. Cuando una clienta se corta el cabello con alguien más y piensas: “¿Qué demonios te hicieron?
En serio, ir a un estilista al azar es como encontrarse con el anónimo de una cita a ciegas. Vas a tener una historia interesante que contar, pero sin duda no va a terminar bien.
15. Cuando una clienta no tiene clara la idea de qué es lo que quiere
“Sí, quiero un corte, pero no quiero que me quites largo del frente, lados o espalda”. ¡Dios, dame fuerza!
16. Tomarte más tiempo del necesario en el baño sólo para sentarte
Cuando estás de pie todo el día, ir al baño es un lujo de proporciones épicas, así que es justo que saques el mayor provecho de ese momento.
17. Cuando le dices a un cliente cuánto cobras y hace esta cara:
¿Cuántas veces vas a ver esta cara? ¡Los buenos estilistas no son baratos, y los estilistas baratos no son buenos! Si piensas que es costoso contratar a un profesional, espera a contratar a un aficionado.
18. Cuando una clienta trae a su hijo después de un “accidente”
Y espera que seas capaz de solucionar el pequeño problema. Tienes tijeras y un peine, no una varita.
19. Cuando tienes que cortar tu propio pelo en tu día libre
El día de hoy estamos patrocinados por pantalones deportivos, una cómoda sudadera y CERO planchas para el pelo. ¡Gracias!
20. Cuando una clienta llega con las puntas maltratadas y espera mantener el largo del cabello
Parece que la mayoría de los clientes no tienen absolutamente ningún concepto del hecho de que no hay manera de reparar el cabello dañado. No hay ninguna loción, poción, aceite o magia para deshacer el daño a las puntas. La única solución es cortarlas. Se trata sólo de ciencia.
21. Cuando una clienta tiene expectativas poco realistas
Viene con el corte Bob de Kelly Osbourne y piden rizos ondulados como los de Beyoncé. Si pudiera cambiar mi peine por una varita mágica, en serio, lo haría. Mientras tanto, ¡sean realistas, maldita sea!
22. Cuando estás en medio de un corte de pelo y tu entrepierna toca el codo de algún cliente
Además, un serio problema es que tus pechos quedarán frente al rostro del cliente varias veces durante el proceso de corte.
23. Cuando una clienta se acomoda el peinado que le hiciste
Terminaste y ella toma cualquiera de tus herramientas de trabajo. ¿Qué se supone que debes hacer en esta situación? (Además de ocultar la rabia que hay dentro de ti, claro).
24. Cuando tus amigos te preguntan si saldrás con ellos el viernes por la noche
¿Qué tipo de pregunta enferma es esa? Todo esto lo hacen para infligir angustia pura en un estilista cuando ¡todo el mundo sabe que no tienen fin de semana!