En la vida hay personas que vienen y van, por eso podemos considerarnos afortunadas cuando hacemos click con alguien. ¡Encontrar una amiga eterna es lo mejor que nos puede pasar!
Kathleen Saville y Olive Woodward, dos adorables viejitas de Inglaterra, se conocieron en la escuela cuando tenían 11 años en 1941; solo querían burlarse de los niños, jugar y hacer travesuras. Ahora, con 89 años, se mudaron bajo el mismo techo para pasar su vejez lado a lado.
Juntas hasta el cielo
Desde su infancia no se han separado y jamás han vivido lejos una de la otra, están acostumbradas a que sus hogares estén a solo 10 minutos de distancia caminando.
Por eso cuando Kathleen se mudó al asilo Berry Hill Park, en Mansfields, Olive se deprimió y prefirió seguirla a quedarse sola y triste. No estaba dispuesta a pasar sus últimos años separada de su mejor amiga cuando ya habían recorrido juntas toda una vida.
Cuando nos conocimos supimos que seríamos amigas para siempre. Ella significa mucho para mí. Si Olvie se va primero, volverá a buscarme. Seremos amigas en el cielo. —Kathleen Saville
La clave de su fuerte vínculo: no pelear
Ninguna amistad se mantiene tan sólida solo porque sí. Superar cualquier obstáculo requiere de esfuerzo, paciencia y amor.
El dúo dinámico, como las conocen en el asilo, contaron que la clave para que su afecto haya perdurado por tanto tiempo es que trabajan para entenderse, incluso si piensan diferente, porque no les gusta discutir. Saben escucharse, consolarse y, sobre todo, ¡reír mucho!
Porque dos son mejor que una
Según Sally Tabet, gerente de Berry Hill Park, es inusual que las amigas decidan vivir juntas en un hogar de retiro, pero el resultado de hacerlo es positivo.
Volverse inseparables necesita un compromiso de ambas partes, no es solo sentarte a esperar que la otra persona te hable, es estar dispuesta a seguirla a donde quiera que vaya.