Para la mayoría de las personas, viajar en avión supone algo positivo pues está relacionado con las vacaciones, el trabajo o visitar a familiares que hace mucho tiempo no veían. Lamentablemente para algunas personas no siempre es así y viajar se vuelve su mayor pesadilla, y Sheila Fedrick lo sabe.
Sheila ha trabajado como azafata durante años para la aerolínea Alaska Airlines y está entrenada para lidiar con personas y situaciones complicadas, desde niños fuera de control hasta pasajeros con miedo a volar. Pero nunca se imaginó que un vuelo de Seattle a San Francisco en el 2001 podría tornarse tan oscuro.
Durante el vuelo Sheila notó a una pareja extraña: un hombre mayor bien vestido acompañado de una joven con ropa vieja y sucia, cuya mirada “parecía hablar del infierno en que vivía”. Su instinto le advirtió que algo no estaba bien por lo que intentó averiguar qué pasaba.
Cuando trató de hablar con el hombre este se puso a la defensiva, por lo que no le quedó duda de que algo turbio sucedía. Tenía que ayudar a la chica, así que fue al baño y dejó lápiz y papel con la esperanza de establecer comunicación.
Cuando salió del baño y pasó junto a ellos, le hizo señas a la joven para que se dirigiera a los sanitarios. Ella siguió las instrucciones y cuando Sheila fue a revisar la nota, decía: “necesito ayuda”. De inmediato informó al piloto sobre la situación y cuando el avión aterrizó la policía esperaba al hombre para arrestarlo.
Entonces salió a la luz la escalofriante verdad: la chica, de 14 años, había sido secuestrada dos mese antes y era víctima de tráfico de personas. Por fortuna Sheila supo actuar de manera discreta para no poner en riesgo la vida de personas inocentes.
Semanas después de lo ocurrido, la azafata recibió una llamada de la chica que le agradecía haberla ayudado. Ella se reunió con sus padres y estaba en terapia para superar lo que le había pasado.
Cuando alguien está en peligro, las señales están ahí, solo tenemos que estar atentos para percibirlas y actuar a tiempo para evitar una tragedia.