Octubre es el mes de la Conciencia de la Pérdida Infantil en Estados Unidos, y a pesar de que se festeja desde 1988, es un tema difícil que en realidad no ha recibido toda la atención que merece. Pocas personas saben que 1 de cada 4 embarazos termina en aborto involuntario o muerte, y es una pérdida profundamente dolorosa para los padres y la familia entera; una tragedia secreta de la que no se habla.
Alyssa Youn acudió a su consulta de rutina una tarde de septiembre, estaba embarazada por primera vez, y su gestación fue considerada de alto riesgo debido a condiciones físicas como parálisis cerebral y diabetes tipo 2, entre otras.
Cuando le practicaron el ultrasonido, Scarlett tenía 19 semanas y se encontraba en perfecto estado. Sus padres no podían esperar a tenerla entre sus brazos.
Alyssa y Justin se conocieron cuando ambos eran adolescentes, hace 6 años, y de inmediato supieron que querían estar juntos para siempre. Hablar sobre el matrimonio era algo muy natural, porque a pesar de su juventud, tenían muy claro lo que querían.
Cuando el resultado de la prueba de embarazo fue positivo, estaban emocionados y felices. Todo parecía ir según los planes… hasta esa tarde de septiembre cuando Alyssa sintió un dolor inusual. Mientras le practicaban el ultrasonido se sintió cansada.
Ella atribuyó su cansancio a las molestias y dolores propios del embarazo, pero poco a poco fueron creciendo en intensidad hasta convertirse en un malestar estomacal con un gran dolor pélvico.
Pasó un día y ya no pudo soportar el dolor, por lo que fue trasladada a emergencias, pues presentaba un sangrado leve; no obstante los médicos la revisaron y los enviaron a casa. La pareja se marchó aliviada y todo pareció normalizarse nuevamente, a pesar de que cada doctor con el que hablaban parecía preocupado.
Algo en ella sentía que no estaba bien. Al día siguiente llegaron al hospital, y después de hacerle un examen, el obstetra les dijo que sufría de cérvix incompetente, una condición que se presenta en uno de cada 100 embarazos: su cuerpo estaba tratando de abortar a la pequeña.
Podrían llevar a cabo un procedimiento para coser y mantener el cuello cerrado, pero en su caso no representaría mucha diferencia; además podría impedir embarazo.
A pesar de que la pequeña Scarlett mostraba todos los signos de un feto con desarrollo normal, estaba creciendo mucho y el cérvix de Alyssa se dilataba cada vez más, aun con el magnesio que le suministraron.
“Sentí que le había fallado a mi esposo y a nuestra hija. Todo lo que podía decir era ‘lo siento, lo siento tanto’. Debo haberlo repetido una docena de veces. Ambos lloramos y oramos, llamamos a nuestra familia y amigos cercanos para darles la noticia y decirles que sería una buena idea que fueran al hospital. Estuvimos rodeados de mucho amor y muchas oraciones ese día”.
Con sólo 20 semanas y 5 días, la pequeña Scarlett era muy joven para sobrevivir (el más prematuro del que se tenga conocimiento tenía 21 semanas y 5 días). Alyssa y Justin sabían que su hija no sobreviviría a la labor de parto, así que reunieron a todos sus seres queridos en la sala de parto para darle la bienvenida y a la vez la despedida a la pequeña… aunque aún esperaban un milagro.
“Mientras la sostenía en mis brazos, jadeó por un poco de aire. Le dije que lo sentía y que la amaba. Le dije que estaba bien dejar ir. Ver a nuestra bebé morir y saber que no hay nada que puedas hacer para salvarla es un sentimiento terrible. Te sientes impotente”.
Todos se reunieron a su alrededor y la abrazaron uno a uno. Scarlett sobrevivió sólo dos horas, pero durante ese tiempo recibió todo el amor de quienes la esperaban con gusto. Su breve paso por el mundo fue capturado por su abuela en bellas imágenes.
Alyssa encontró en su hija un poderoso propósito: alentar a otras madres a hablar del aborto, la muerte fetal y la incompetencia cervical para sensibilizar a futuras madres, a fin de que cada vez menos bebés mueran.