Teñirse el cabello es una práctica de belleza común entre las mujeres, algunas lo hacen para cambiar de look, otras para ocultar sus canas.
Sara Eisenman, neurocientífica, comenzó a llenarse de canas cuando tenía 21 años de edad. Para ocultar su nuevo tono, tiñó su melena durante 15 años hasta que la vida le mostró que hay asuntos más importantes que seguir un estereotipo de belleza.
Su cabello fue de negro a plateado
Mi cabello se volvió enteramente plateado de la noche a la mañana cuando tenía 21 años. Fui al espejo un día y descubrí que las canas salían desde la raíz por toda mi cabeza.
Sara no quería que sus compañeros se burlaran de su aspecto, tampoco que confundieran su edad, así que cada dos semanas y de manera puntual pintó su cabello de plateado a negro.
Los estereotipos acabaron con su seguridad
Todo cambió cuando cumplió 37 años. Sara se dio cuenta de que la imagen no es lo más importante en la vida, en especial si tratas de mantenerte perfecta para satisfacer a los demás, y no a ti misma.
Se apartó de los tintes, abrazó su cabellera, ignoró las críticas destructivas y al mirarse al espejo notó que la apariencia natural de la que tanto había tratado de huir era la que mejor le sentaba.
Hoy porta una corona de madurez
Me di cuenta de cosas muy relevantes: primero, que mi vergüenza respecto a mi pelo estaba conectada a otros aspectos de mi vida que me ponían incómoda, todo basado en el adoctrinamiento social; y segundo, que el renacimiento de mi cabello plateado era un símbolo, una corona que marcó un desapego total de esa vergüenza y que me dio fuerza radical para quererme a mí misma y liberarme.
Hoy, a sus casi 44 años, Sara es un ejemplo a seguir. Aunque muchos no entienden su decisión, ella no se preocupa por las opiniones, pues está en la mejor etapa de su vida… amándose a sí misma.