La violencia durante el noviazgo es uno de los males que lastima a cientos de adolescentes y adultas alrededor del mundo. La mente manipuladora de una pareja puede transformar una buena relación en el infierno en el que nadie debería vivir. Cifras de las Naciones Unidas afirman que al menos el 35 por ciento de las mujeres en el mundo, en algún momento de su vida, ha sufrido una clase de violencia física, sexual o psicológica por parte de su pareja.
Elaine Mastrodomenico, de 23 años, rompió el silencio y terminó con una relación de tres años en la que vivió todo tipo de abusos. La joven, recuperada con ayuda de terapia psicológica y el apoyo de su familia, comparte su experiencia y hace un llamado a todas las mujeres que viven un noviazgo violento. Los mensajes de su expareja son por alarmantes.
Así piensa una persona cuando vive bajo el abuso de su pareja
Mi nombre es Elaine y tengo 23 años. Me gustaría tener 22 de nuevo y ser capaz de borrar de mi vida lo que he vivido durante casi un año. Pensé mucho si debía escribir sobre mi vida o no y decidí que sí. Decidí sacar lo que tanto me atormentó y de alguna manera, ayudar a otras mujeres que están pasando por lo que pasé. Estoy hablando de relaciones abusivas y de la violencia contra las mujeres.
Mi niña, ¡nunca te culpes de eso! Estoy segura de que así como me culpé a mi misma, tú también tienes mucha culpa y angustia en tu corazón.
Hay cosas que no podemos explicar, hay cosas que no entendemos, ¿por qué estamos pasando por esto en nuestras vidas? De lo único que puedes estar segura es que solo tú puedes salir de esto. ¡Solo tú puedes hacer que este sufrimiento termine! ¡Tienes que ser fuerte! Ya han pasado dos meses desde que salí de algo que jamás imaginé entrar algún día. Hoy me siento bien y cómoda para compartir mi historia.
Yo era una chica muy feliz, era vanidosa y dedicada a mi trabajo. Hoy me miro en el espejo y quiero volver a ser esa persona. Gracias a Dios por la terapia psicológica, estoy volviendo a mi viejo yo. Lo siento mamá, por ser débil.
Me humillaron, me maltrataron, herí a la gente que quería lo mejor para mí, estaba ciega y creía que estaba enamorada. Yo creía en las promesas y en el arrepentimiento de mi agresor. Realmente creí que sería una tonta si no lo perdonaba. Perdería a un tipo cariñoso que cuidaba de mí, y que me decía: ‘eres la mujer de mi vida’. ¿Cómo pude entrar en ese círculo vicioso? Por desgracia, entré y me metí de cabeza.
El agresor te mira a los ojos y te convence de que quiere darte tanto amor, que serías tonta si te fueras. Está arrepentido, y la culpa no la va a tener él porque ha hecho daño, sino que va a ser tu culpa por no haber sido capaz de perdonar y volver a intentarlo. No importa cuántas veces se repita.
Repitió esto varias veces, apretando, temblando, pateando mi estómago, golpeándome la nuca, golpeándome el brazo, golpeando mi cara, escupiendo en ella. Sus celos le hacían imaginar cosas y volverse paranoico. Esto pasó cuatro veces y en las cuatro me atrapó.
Sus descargas siempre venían en el mismo orden: amor, explosión, disculpas, excusas, amor, explosión, disculpas, excusas. El abusador te hace sentir lástima por estar descontrolado, antes de que puedas sentir algo por ti. Me sentía culpable. Pensaba que realmente merecía esas palabras, garabatos tan sucios. De su boca, oí muchas cosas que me avergonzaban decirle a alguien. Entonces sufría. Lo amaba. Me vieron como una tonta.
‘Perra’, ‘puta’, ‘maldita’, ‘desgraciada’, ‘hija de puta’, ‘mentirosa de mierda’, ‘quiero romperte por la mitad’, ‘estás muerta’.
Realmente estaba muerta. Me mató por dentro. No fui a ninguna parte, no hablé con nadie más. Viví para una persona que me maltrató. Mis nuevos amigos eran sus amigos. Tenía miedo de mi agresor, y de lo que él pensaría si yo fuera al centro comercial con mis verdaderas amigas.
Me quedaba en casa para evitar una pelea, para ver si podía tranquilizar a mi amor. Para ver si me podía llamar ‘amor’ una vez más. En lugar de que me dijera ‘puta’. Yo era una ‘perra’ cuando iba a la panadería, yo era una ‘puta’ cuando fui a buscar a mi hermana al metro a las 23:00 horas, yo era una ‘vaca’ para dormir, yo era una ‘desgraciada’ por ver una película y olvidarme del teléfono por un par de horas. Me esforcé para complacerlo, ¡no podía!
El agresor psicológico te convence de que es tu culpa, incluso cuando dices que no eres culpable de nada, es culpa tuya por no ser lo suficientemente buena para él, por no ser justo lo que el desea. Esto te frustrará. A mi me frustraba mucho. Hacía todo lo posible para complacerlo y no lo lograba, ¿qué más podía hacer? ¡No es su culpa! Él es así y nunca cambiará. Por eso decidí escribir mi historia. Hoy entiendo a miles de mujeres que pasan por esto.
Yo intenté matarme. Porque me dolía escuchar cosas sobre lo que yo no era. Sin embargo, hoy me siento genial, ya lo superé. Superé todo porque quise hacerlo. Abrí mis ojos de una vez por todas y así fue como tomé el valor que me faltaba y me acerqué a la policía.
¡Sé fuerte! Si estas pasando por algo como esto, no tengas miedo. Levanta la cabeza y no olvides que eres una mujer maravillosa.
Eso es lo más importante, recuerda que si has estado o te encuentras, en una situación de violencia, busca ayuda, ¡vales mucho, mereces una vida tranquila!