¿Cuántas de nosotras hemos comprado ropa algunas tallas más chica para motivarnos a perder peso? Aunque parezca una manera algo extrema para incentivarnos, en algunos casos puede funcionar.
Samantha Parramore, una mujer británica de 32 años, estaba próxima a casarse pero no quería que su sobrepeso la acompañara hacia el altar, así que tomó la drástica decisión de comprar un vestido de novia tres tallas más pequeño, convencida de que si eso no la motivaba a perder peso nada lo haría.
Toda una vida de obesidad
La batalla de Samantha con su cuerpo comenzó cuando tenía 16 años, se volvió adicta a la comida chatarra y encontró en ella un “escape” de sus emociones negativas. Pero mientras más comía, su baja autoestima se intensificaba:
Desde la adolescencia he batallado con mi imagen corporal y mi confianza. Nunca me he sentido suficiente. Por un tiempo encontré alivio en correr, me ayudaba a controlar mis emociones, pero después de un tiempo preferí refugiarme en la comida.
Adiós, kilos de más; ¡hola, felicidad!
Luego de años sumida en un círculo vicioso de perder y ganar peso, Parramore se obsesionó con las calorías y los números en la báscula, se inscribió a varios clubes para adelgazar, siguió muchas dietas… pero al final terminaba por regresar a sus malos hábitos.
Cansada y con su boda a la vuelta de la esquina, tomó una decisión definitiva: buscó a expertos en el tema que le prepararon un plan de ejercicios y comida. Pero para darse un empujón extra también compró un vestido de novia tres tallas más chico. Esto le aseguraba una meta tangible.
¡Y finalmente lo logró!
Según ella, el proceso no se enfocó en la pérdida de peso sino en el cambio de mentalidad y en sanar su relación con la comida. En la primera semana perdió tres kilos, y seis meses después logró bajar 30 kilos y entrar en su vestido de ensueño:
Con la ayuda de mi mentor y de mi familia encontré la confianza para sentirme como una hermosa novia. Aunque es genial verme como me veo, la verdadera meta era sentirme feliz. Fue asombroso poder usar un vestido que hace tiempo parecía un sueño inalcanzable.