Llegar a ese punto en el que sientes que el corazón te estalla de orgullo de ver al hijo que has criado y las cosas maravillosas que es capaz de hacer; ese punto en el que lo ves crecer, convertirse en una persona independiente y alcanzar sus sueños es algo que no tiene precio.
Aunque también es doloroso cuando un padre orgulloso no puede estar presente para ver a su hijo alcanzar esos sueños. Tú dirás, esta historia ya la he escuchado antes, pero la de Ellis Hill es un poco más especial, porque justamente el sueño de su hijo Darrell Hill era competir en los Juegos Olímpicos de Río, ¿y qué crees? Lo logró.
Su hijo estaría compitiendo el 18 de agosto en la prueba de Lanzamiento de peso para el equipo olímpico de los Estados Unidos.
Siendo un chofer de Uber, comprenderás que ir a Río a ver a su hijo competir era algo casi imposible de lograr, cuando por lo general un recorrido le deja algo menos de 20 dólares.
Hill no es un hombre rico, pero en ocasiones estar en el lugar correcto, a la hora correcta y con la persona indicada puede dar un giro de 180 grados a cualquier historia, tal como le sucedió a este buen hombre.
Y si eres de los que cree que justo cuando menos lo esperas suceden cosas extraordinarias y difíciles de creer, esta historia prueba que tienes razón. Pues uno de sus trayectos ese día le dio a este padre de Filadelfia el viaje más maravilloso de su vida.
De padres a padres puede llegar a haber una empatía tan grande, que una de las pasajeras que este hombre tuvo en Uber ese día, Liz Willock, supo reconocer que este hombre debía estar en Río apoyando a su hijo … así que se aseguró de que nada lo impidiera.
Cuando le contó a su pasajera que no podría ir a ver a su hijo competir en los olímpicos este año y que conseguiría una gran bolsa de palomitas para verlo en la televisión, ella ideó un plan distinto para él: como hacer que llegara a Río.
Primero intentó usar sus millas de viajero frecuente, pero al no poder hacerlo decidió crear una campaña en intenet, en un sitio que recibe donaciones masivas de todo tipo.
Al paso de una semana, las donaciones de 152 personas hicieron posible reunir 8,200 dólares, 700 más de lo esperado.
Willock había perdido un vuelo, lo que la convirtió en la pasajera de Uber de Hill ese día, pronto entendió por qué había sucedido.
“Alguien nos está mirando desde arriba. Las estrellas simplemente se alinearon”.
Esta pasajera, conmovida por la historia, consiguió el boleto que Hill necesitaba para estar en Brasil apoyando a su hijo. Ella tampoco era rica, pero cuando se tienen las ganas de ayudar hasta el dinero pasa a segundo plano.
No he visto a mi hijo en un par de meses porque ha estado entrenando” dijo el conductor. “No puedo esperar a verlo y decirle con estoy con él al 100 por ciento”.
Hay héroes como Willock que no necesitan medallas de oro, e historias como la de Darrell y Ellis que merecen ser contadas. Finalmente Ellis Hill observó desde las gradas en Río, mientras que su hijo de 23 años de edad representaba los EU por primera vez.
Padre e hijo pudieron abrazarse y compartir este momento gracias a la generosidad de una pasajera.
El lanzador que se entró en Río después de anotar su mejor marca personal de 21.63 m durante los ensayos olímpicos, únicamente pudo conseguir 19.56 m en las rondas de clasificación, lo que lo puso por detrás de Ryan Crouser, otro competidor estadounidense y fuera de la clasificación final.
Esto no mermó los ánimos de Hilll que competía en sus primeros Juegos Olímpicos, más tarde escribió en Twitter “mi confianza no ha tambaleado y llevo la cabeza muy en alto”.