Tomar la decisión de mudarte a otro país, dejar atrás a tu familia, tus amigos y todo lo que habías construido no es fácil. Sin embargo, es una de las mejores decisiones que puedes tomar en la vida. Cuando decides guardar tu vida dentro de una maleta y marcharte, creces como persona.
Habrá momentos en los que las cosas no irán bien, te sentirás sola, querrás tirar la toalla y regresar a tu hogar, pero cada situación te dejará una gran enseñanza. Conocerás un lado de ti misma que no conocías y cada experiencia te hará una mejor persona.
Si alguna vez has vivido o piensas vivir lejos de casa por una temporada, pon atención a estas 17 cosas que cambian para siempre cuando vives en otro país.
1. Las emociones siempre estarán presentes
Desde el momento en que sales de tu casa con una maleta, tu vida se convierte en una montaña rusa de emociones. Todo te sorprenderá, pero es de esperarse, ahora vives en un lugar totalmente desconocido y cada día es una experiencia nueva. Hasta la cosa más insignificante te hará emocionarte hasta los huesos. También extrañarás tu hogar y a las personas que dejaste atrás. Será raro cómo algo puede hacerte tan feliz y al instante sentirte nostálgica por no compartir tus nuevas aventuras con tus seres queridos. Sentirás miedo de lo desconocido, y angustia por lo que está por venir; pero sin duda valdrá la pena cada segundo.
2. Aprendes a comer de forma diferente
Lo más probable es que la comida a la que estabas acostumbrada no la podrás encontrar en tu nuevo país, así que tienes que encontrar diferentes alternativas a tus antojos. Algunas opciones podrán reducirse, pero otras pueden aumentar, y aunque el sabor nunca será igual, aprenderás a descubrir otros sabores y a amar la comida del país en el que te encuentres.
3. No encuentras palabras para expresar todo lo que estás viviendo
Te faltan y te sobran las palabras para expresar todo lo que estás viviendo cuando te preguntan: ‘¿cómo va todo?’. Al principio no sabrás qué contar, pues el nudo en la garganta te impedirá hablar, pero después te faltarán las palabras para contar cada experiencia que estás viviendo. Aprendes a seleccionar tus historias y sólo platicar lo más importante a tus familiares y amigos; aunque ¡es casi imposible!
4. El miedo sale de tu vida
Las personas te dirán en repetidas ocasiones lo valiente que eres, pues aunque ellos también quisieron marcharse alguna vez, nunca lo hicieron. Tú sabes que no es fácil, que al principio la simple idea de tomar una maleta y dejar todo atrás es aterradora. Pero cuando lo haces, te das cuenta que no pudiste tomar una decisión mejor que ésa. No se trata de si eres o no valiente, se trata de querer hacer las cosas, y lanzarte a la aventura.
5. Conoces la libertad
No quiere decir que antes no fueras libre, pero es una libertad completamente diferente. Muchas de las cosas o personas con las que pensabas que nunca podrías vivir ya no te importan. Disfrutas tu vida de otra manera, sin ataduras del pasado y siendo un alma libre que va descubriendo el mundo.
6. No hablas ningún idioma en específico
Si al país al que vas hablan un idioma diferente al tuyo sentirás que estás enloqueciendo, aunque no sea así. A veces hablarás tu nuevo idioma y de pronto se te escapará una palabra en tu idioma de origen, o viceversa. En más de una ocasión no encontrarás las palabras correctas para expresar lo que quieres decir. Aprendes un idioma al mismo tiempo que luchas por conservar tu lengua materna. Aunque al principio es un caos, terminas por acostumbrarte.
7. Aprendes a decir adiós y a disfrutar
Desde que decidiste marcharte de tu casa entendiste que hay cosas y personas que sólo van de paso por tu vida. Las despedidas se vuelven algo común y aprendes a desprenderte fácilmente de las cosas. Claro que es triste dejar cosas y personas atrás, pero también es muy emocionante saber todo lo que te espera en un futuro. Aprendes a disfrutar cada momento, pues sabes que tal vez no se repita jamás.
8. Vives con dos de todo
Cuando llegas a un país diferente debes conseguir un nuevo número de teléfono celular, una nueva credencial para ‘X’ número de cosas, emplear una moneda distinta y quizá abrir una nueva cuenta bancaria; pero sigues conservando todo lo de tu país natal por si acaso vuelves algún día.
9. Ya no sabes lo que es ‘normal’
Cada país tiene una cultura diferente, por lo que el concepto de ‘normal’ puede variar bastante y tal vez lo que para ti era normal, ahora ya no lo es. Por ejemplo, hay países donde beber alcohol en la calle es totalmente normal y permitido, mientras que en otros hacer eso es infringir la ley. Pronto terminas adoptando aquellas costumbres que antes ni de loca se te hubieran ocurrido.
10. Haces amigos que se convierten en tu familia
La distancia que se interpone entre un país y otro tal vez te impida ir a casa para fechas importantes que pasabas en familia, como Navidad o Año Nuevo. Por eso ahora los amigos que has hecho en tu nuevo país son una nueva familia con la que compartes celebraciones importantes.
11. No te alcanza el tiempo para conocer cada lugar de tu nuevo país
Te faltará tiempo para visitar cada parque, cada museo, cada restaurante y cada rincón de tu nuevo país. Todo es nuevo y fascinante que quieres estar ahí más de una vez. Cuando alguien te visita por un par de días y te pide que lo lleves a conocer lo más interesante del país en el que ahora vives, te entristece tener que escoger sólo algunos lugares cuando realmente tu quieres mostrarle todo.
12. Aprendes a mantener la calma y a pedir ayuda
Vivir en otro país es todo un reto, hasta la tarea más sencilla. Desde tramitar un documento hasta buscar la palabra correcta para preguntar algo puede ser tan complicado que sentirás la mayor frustración de tu vida. Cuando los momentos de desesperación se apoderen de ti, aprenderás a tranquilizarte, mantener la calma y pedir ayuda a fin de conseguir lo que necesitas.
13. El tiempo se transforma
Cuando te mudas de país el tiempo se transforma. A la distancia los días parecen muy lentos, pero en tu nuevo país todo ocurre tan rápido. Los días no te alcanzan para hacer todo lo que quisieras. El concepto de ‘tiempo’ ha cambiado, ahora se mide en momentos. Una llamada por Skype con tus seres queridos, una cerveza en el bar con tus nuevos amigos, un paseo por el parque tú sola descubriendo todo lo bueno que tu nuevo hogar tiene para ofrecerte.
14. La nostalgia, sin embargo, siempre está presente
La comida de tu abuela, aquella canción que escuchabas con papá, el olor a tierra mojada en los días de lluvia, la risa de tus amigos, hasta el detalle más insignificante es suficiente para que, de repente, comiences a extrañar todo. Hay momentos en los que quisieras estar de nuevo en tu hogar, pero es una pequeña parte del proceso.
15. Te das cuenta de que no es el lugar, sino las personas
Al final, sabes que lo que echas de menos no es el lugar en sí, sino todo lo que había en él, incluyendo momentos y personas. De hecho, si has vivido en diferentes lugares, en cada uno se ha quedado una pequeña parte de la persona que fuiste, y has reunido memorias y recuerdos. A veces no es suficiente con sólo regresar para dejar de extrañar.
16. Mientras, en casa todo sigue igual
Así de sencillo, en casa nada ha cambiado. Cuando llega el momento de regresar a casa, aunque sea por algunos días, te sorprenderá darte cuenta que todo sigue igual. Tu vida ha cambiado por completo, sin embargo parece que el tiempo no ha pasado por tu antiguo hogar. Las cosas siguen su mismo curso, los demás tienen la misma rutina, tus amigos y familiares siguen cumpliendo las mismas obligaciones, y entonces entiendes que la vida no se detiene por ti.
17. Evolucionas
Muchas personas dicen que viajar te cambia la vida. Y así es. Mudarte de país hará que tu vida dé un giro de 180 grados. Cada momento, bueno o malo, es un aprendizaje que te hará evolucionar desde lo más profundo. Atrás quedarán los miedos y todos los complejos que existían en tu vida. Tu manera de ver las cosas cambiará por completo. Quizá no te des cuenta en el momento, pero con el paso del tiempo lo podrás notar. Ya no eres la misma que eras cuando te marchaste, has cambiado, has ganado experiencia, ahora eres diferente.
18. Aprendes a ser feliz con poco
Desde el instante en que empacas tu vida en una maleta, entiendes que lo que conocías como ‘hogar’ ya no existe. Ahora te das cuenta que casi todo es reemplazable: una casa, un carro, los muebles, libros, ropa, personas; son cosas que dejarás atrás, pero que también conseguirás en tu nuevo hogar. En realidad, tu verdadero hogar sí va contigo; lo que dejas atrás sólo es el lugar en el que solías pasar tus días; pero tu verdadero hogar eres tú, tus experiencias, tus momentos, tus recuerdos. Una vez que aprendes a ser feliz con poco, te das cuenta de lo fácil que es desprenderte de las cosas.
19. Y ya no hay vuelta atrás
Una vez que has vivido la experiencia de tomar tus maletas y mudarte de país, renunciar a la comodidad, empezar de cero y darte la oportunidad de que la vida te sorprenda día con día, ya no hay vuelta atrás. El mundo es tan grande que es imposible renunciar a seguir descubriéndolo.
Marcharse es muy difícil… hasta que te marchas. Y entonces es la cosa más jodidamente fácil del mundo.
–Ciudades de papel, John Green.