Sin duda, enterarnos de las historias de personas que logran alcanzar sus sueños es emocionante. Como la de Nichol Naranjo, una exitosa decoradora de interiores estadounidense que logró cumplir una fantasía que tenía de niña y que ahora comparte con su mamá.
En entrevista para The New York Times, la profesional de 44 años quiso contar su experiencia, pues se siente bastante satisfecha de poder agradecer a su mamá, Margaret Gaxiola, por todos los sacrificios y esfuerzos que realizó desde que ella era pequeña.
Margaret trabajaba como empleada doméstica para sacar a su familia adelante. En ese tiempo, las casas que limpiaba eran muchas, pero había una en particular con la que madre e hija fantaseaban, pensando en lo increíble que sería vivir ahí.
La casa está ubicada en Ridgecrest, un vecindario elegante de Albuquerque, Nuevo México, en los Estados Unidos, en donde abundan hermosos paisajes y grandes casas con bonitas fachadas.
Cada viernes, Nichol acompañaba a su mamá para que hiciera la limpieza en la casa de sus sueños, ya que para la pequeña el lugar era un paraíso y aquella casa una auténtica mansión.
Creo que siempre supe que terminaría aquí algún día. Se siente bien.
La familia Gaxiola vivía en aquella época en Los Duranes, un barrio de bajos recursos atravesado por la Interestatal 40, en un ambiente semirrural, con caminos de terracería, donde se podían contemplar algunas gallinas por las calles.
Por eso acudir a la casa de la Sra. Pamela Key-Linden era toda una aventura. Nichol se sentaba debajo del enorme escritorio de la biblioteca, soñando con ser una exitosa mujer de negocios, mientras su madre pulía el fino escritorio. Luego la señora veía cómo su hija recorría la casa con alegría, paseándose por los jardines y habitaciones.
Podía verla vagando de una habitación a otra, soñando con todo aquí.
Lo más bonito de todo fue la hermosa relación que la dueña de la casa construyó con la señora Gaxiola y sus hijos, pues siempre tenía detalles para con ellos. Cada Navidad les daba buenos obsequios y les permitía tomar cosas de la despensa.
Pam tenía televisión por cable. Pam tenía cereal de marca. Su despensa parecía una mina de oro. Un lugar para venir y recuperar el aliento. Y soñar.
Todo en esa casa era tan diferente al mundo que conocían, pues Nichol no estaba acostumbrada a todas esas comodidades, pero lo mejor era el trato amable que recibían de Pam, algo que nunca encontraron en otra casa.
La señora Key-Linden murió, tiempo después su esposo también falleció y los albaceas de la herencia tenían planeado vender la casa. Fue entonces que la señora Gaxiola informó a su hija de la venta y ella pensó de inmediato en adquirirla.
Así fue como el sueño de madre e hija se cumplió, pues Nichol asegura que también es un obsequio para su mamá, de quien está profundamente agradecida por ser una mujer tan fuerte e increíble. Finalmente, la casa que alguna vez hizo tan feliz a Nichol ahora es su hogar.