Alberto López Gómez, de Aldama, Chiapas, es un hombre indígena de 31 años que a los 25 le puso fin a sus días de agricultor para declararle la guerra al machismo y dedicarse a lo que realmente le gusta: diseñar y tejer.
A pesar de que se enfrentó a las críticas de su pueblo, pues en la comunidad tzotzil el oficio de tejedor es considerado exclusivamente femenino, logró abrirse camino a Harvard y a la Semana de la Moda de Nueva York para exponer su creación con orgullo.
Los hombres pertenecen al campo
Desde el momento en que externó su deseo de aprender el oficio, Alberto se enfrentó a las críticas y para él se volvió común escuchar que los hombres pertenecen al campo y las mujeres al telar. Sin embargo, esto no lo detuvo y se aferró a su derecho de aprender.
Su madre jugó un papel muy importante en su desarrollo como artesano, pues luchó a su lado contra los estereotipos y le enseñó a tejer junto a las demás mujeres de su familia.
Se escondió para trabajar sin ser juzgado
El camino fue difícil, las personas murmuraban a sus espaldas, inventaban chismes, se burlaban de él y juzgaban duramente su pasión a tal punto que Alberto se recluyó en su casa para laborar lejos de la mirada pública.
Fue muy duro para mí, muy difícil. Estuve escondido en cuatro paredes, trabajando encerrado en mi casa […] Me criticaron muy fuerte, crearon un chisme en mi comunidad y todos se enteraron. Pasé varios días llorando. El machismo nos ha ganado. Gracias a Dios mi hermosa madre me apoyó y me enseñó a tejer junto con mis hermanas y cuñadas. Lo importante es salir adelante.
Tejiendo su camino al New York Fashion Week
Confeccionar obras de arte y oponerse a los prejuicios no es suficiente para Alberto, su alma está llena de sueños. Dar a conocer al mundo su catálogo de prendas, escribir un libro y rescatar, preservar y difundir las técnicas ancestrales del tejido y brocado de su comunidad son anhelos que quizá vea realizados pronto.
En 2019 la Red Alemana para los Derechos Humanos en México contó la historia del talentoso hombre en un video que llegó a los ojos correctos, pues lo contactaron para exponer su trabajo en la Universidad de Harvard y en la mismísima Semana de la Moda de Nueva York. Además tiene en puerta la oportunidad de viajar a Europa a poner en alto sus creaciones.
Es como vestirse con libros
Alberto López creó su propia marca de ropa artesanal llamada K’uxul Pok’, que se sostiene gracias a la labor de 150 mujeres que colaboran en la creación de los diseños. Cada prenda necesita ser trabajada entre cinco y ocho horas diarias durante seis meses.
Para el pueblo tzotzil y demás comunidades indígenas la ropa no es simple moda. Cada hebra está meticulosamente pensada para representar su cosmovisión, y las figuras plasmadas simbolizan la naturaleza, la cultura, la familia, la comida y la vida en general. Para el artesano es como vestir un libro.