Sea cual sea el motivo, el divorcio nunca es fácil, pero cuando hay hijos de por medio se tiene que mediar la situación y encontrar la forma de estar en paz y no iniciar una guerra; después de todo, los divorciados son los padres, no los hijos.
Kelly Hope, de 43 años, se lleva bien con su exmarido, Dan Pyatt, a pesar de que se divorciaron hace cinco años. Pero la vida los unió aún más después de que ella le donara un riñón para salvarle la vida.
Amigos desde los 11 años
Kelly y Dan se conocen desde que tenían solo 11 años, empezaron a salir a los 18 y 13 años después se casaron. Con la noticia de que tendrían una segunda hija, la vida parecía sonreírles, pero entonces la salud de Dan se vio afectada por una agresiva enfermedad.
Entre el 2007 y el 2008 él estaba siempre cansado y con dolor de cabeza, pero lo adjudicaron a su intensa jornada laboral como taxista, hasta que durante unas vacaciones en Bournemouth, el marido de Kelly no pudo siquiera salir del cuarto de hotel por el intenso dolor. Entonces supieron que algo andaba mal y que sus síntomas apuntaban hacia algo más que una simple fatiga.
Entre la enfermedad y el amor
Tras varios estudios, los doctores del Hospital Guy concluyeron que se trataba de la enfermedad de Buerguer, que le afectaba ambos riñones, pero con la medicación adecuada pudo vivir una vida normal, hasta que nueve años después, en el 2018, sus riñones estaban peor que antes y un trasplante era la única medida para salvar su vida.
Además de estar aquejados por la enfermedad, la pareja se volvió incompatible, y aunque trataron de resolver sus conflictos no pudieron. Tenían distintas prioridades, mucha presión familiar, casi no se veían a causa del trabajo y cuando lo hacían solo peleaban. Llegó el punto en el que, por salud mental, sentimental y por el bienestar de sus hijas, se divorciaron antes de arruinar todo lo que habían construido.
Hasta que la muerte los separe
Después del divorcio, Kelly siguió acompañándolo al doctor, cuidó de él y veló por su salud mientras aguardaban en la lista de espera por un donante compatible. Pero luego de un año de no tener noticias, Kelly se hizo la prueba de compatibilidad y descubrió que era una candidata apta para la operación. No dudó ni un segundo en donarle un riñón:
Me dijo que no se sentía cómodo pidiéndome tal cosa, pero aunque ya no estábamos juntos no iba a dejar a mis hijas sin su padre. Dan solo tiene 44 años y mucha vida por delante.
Sus conocidos creen que después de este desinteresado acto de bondad, la expareja debería darse una segunda oportunidad, pero si bien ambos están conscientes de que el incidente los unió más que nunca, saben que no se trata de una conexión romántica sino de algo más profundo.