Conforme se hacen cada vez más evidentes los daños generados por el ser humano al planeta debido al uso indiscriminado de los recursos naturales, la preocupación por el medio ambiente toma fuerza, desencadenando el altruismo de gente común pero también de empresarios que prefieren dejar a un lado el egoísmo y la sed de riqueza.
Este es el caso de Yvon Chouinard, el fundador de la empresa de ropa para actividades al aire libre Patagonia, quien a sus 83 años transfirió su imperio a un fideicomiso y una ONG comprometida con la preservación del medio ambiente. De esta manera, las ganancias anuales de la marca serán donadas al 100 por ciento en beneficio del planeta y a la lucha contra el cambio climático.
Yvon Chouinard nunca quiso ser empresario o al menos eso es lo que dice sobre sí mismo a través de una carta abierta en la que el hombre anuncia su admirable labor. La transferencia sin fines de lucro es un paso extraordinario, incluso para una empresa cuyo compromiso social, ecológico y político es conscientemente parte de la esencia de la marca.
La Tierra es ahora nuestro único accionista. Nunca quise ser un hombre de negocios. Empecé como artesano, fabricando material de escalada para mis amigos y para mí antes de pasar a la ropa.
– Yvon Chouinard, a través de una carta publicada en el sitio web de Patagonia
Además, Chouinard dijo que eligió este modelo de propiedad único y que no quería vender la empresa, valorada en más de tres mil millones de dólares, a un propietario que pudiera poner en peligro los valores de la marca.
Fundada hace casi cincuenta años, Patagonia se involucró rápidamente en la protección de la naturaleza, cuidando sus materias primas y donando el uno por ciento de sus ventas cada año a organizaciones ambientalistas. De hecho, fue una de las primeras marcas de ropa en fabricar sus productos con algodón orgánico, en 1996.
Del mismo modo, Patagonia también se convirtió en la primera marca en adoptar el estatus de beneficio público de California, en 2012. Además, en 2018 cambió oficialmente la misión de la empresa a “salvar el planeta”.
Por ello es bastante natural que Yvon, al borde de su jubilación, decidiera, de acuerdo con su esposa y sus dos hijos, ceder la totalidad de sus acciones para ayudar en la lucha contra el cambio climático y la protección de la naturaleza.
Según la revista Forbes, Yvon Chouinard no posee computadora ni teléfono móvil, pero aún tiene una fortuna estimada en 1200 millones de dólares. Finalmente, con este gesto, el empresario espera “que influya en una nueva forma de capitalismo que no conduzca a la convivencia de unos pocos ricos y muchos pobres”.
Han pasado casi 50 años desde que comenzamos nuestro experimento empresarial responsable y solo estamos al principio. Si queremos tener alguna esperanza de un planeta próspero dentro de 50 años, por no hablar de un negocio próspero, todos debemos hacer lo que podamos con los recursos a nuestra disposición. Esta es otra manera que hemos encontrado para hacer nuestra parte.