La relación madre-hija fuerte y amorosa, es un vínculo que enseña a los hijos cómo amar, odiar y hasta enojarse. Y aunque existen conflictos en la comunicación, este lazo genera un nivel de comprensión que no se tiene con otros miembros de la familia.
Un buen ejemplo es la historia de Abby Blackwell, una joven universitaria que se encuentra lejos de su madre, y comparte cómo es la comunicación que sostienen a la distancia.
“Sí, soy esa chica. Soy la chica que ves caminando de clase en clase con el teléfono diciendo: ‘¡oye mamá, adivina qué acaba de pasar!’ o ‘te amo mamá, platicamos en la noche’. Algunos dirían que estoy perdiendo mi vida universitaria por hablar constantemente con mi madre o que de alguna manera hablar con mi mamá me hace aburrida porque le digo todo.
“La gente me ha dicho que ahora es el momento de dejar ir a mi familia y descubrir quién soy como persona. También he oído, ‘¿por qué contarle todo a tu madre cuando es la única oportunidad de hacer lo que quieras?’ Te diré por qué. Mi mamá es mi mejor amiga. Nunca tengo que preocuparme de que mi madre hable mal de mí a mis espaldas o de que me deje. Sé que ella se guía por el corazón y nunca me lastimaría intencionalmente. Porque ella es mi mejor amiga, quiero que se entere de mi vida al igual que mis otros amigos.
“No le diré cosas como lo que he comido pero todo lo demás sí. No lo siento como una obligación y no siento que sea dependiente por querer hablar con ella. Si ella es mi mejor amiga, ¿por qué no le diría todo? Sé que nunca me juzgará si cometo un error y sé que si logro algo, ella me apoyará.
“Así que sí, hablo con mi mamá todos los días y no lo haría de otra forma. Ella me animó a ser una mejor persona y me levantó en los tiempos difíciles, por lo que no hay manera que la universidad me haga dejar ir a alguien tan especial.”