Una de las grandes maravillas que tiene la Navidad es que abre el corazón de las personas para ayudar a los menos afortunados, y mientras que muchos solo quieren recibir regalos otros tantos sienten que dar les trae una mayor satisfacción. Así comenzó esta historia.
Tyrel Wolfe era un niño estadounidense de apenas siete años, que en 1997 colaboró con una organización humanitaria, Samaritan’s Purse, y donó una caja de zapatos llena de útiles escolares, artículos de tocador y juguetes a niños de escasos recursos en distintos países.
La caja llegó a manos de Joana Marchan, una niña en Filipinas, quien le envió una carta de agradecimiento pues ese pequeño obsequio significó mucho para ella. Pero, desgraciadamente, Tyrel jamás la recibió por lo que no hubo respuesta. A pesar de eso, la pequeña Joana no pudo sacarse de la mente al niño que desinteresadamente la ayudó y tuvieron que pasar 12 largos años hasta que encontró la manera de ponerse en contacto con él en el 2009.
Le mandó una solicitud de amistad en Facebook, pero como Tyrel no sabía de quién se trataba ignoró sus intentos por establecer comunicación, y no fue sino hasta el 2011 que Joanna lo volvió a intentar. Le dijo al chico que ella era la niña que había recibido su caja con regalos una Navidad, hacía 14 años.
Amor a larga distancia
A través de sus pláticas se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, así que un día Ty decidió tomar un vuelo a Filipinas con la gran motivación de conocerla y, aunque pasaron un tiempo increíble, al cabo de 10 días tuvo que volver a Idaho. Pero eso no impidió que los dos jóvenes se enamoraran y empezaran una relación amorosa a larga distancia.
Cuando finalmente la vi, tuve que pellizcarme unas cuantas veces porque todo me parecía un sueño. Inmediatamente me sentí atraído hacia ella… Tyrel Wolfe.
La conexión fue inmediata por lo que no pasó mucho tiempo para que el chico decidiera viajar nuevamente a Filipinas a pedirle matrimonio y en octubre de 2014 se casaron.
Como un guiño a sus orígenes, la pareja de recién casados pidió a sus invitados envolver cajas navideñas para regalar a niños extranjeros a través de la organización humanitaria que los había unido en un principio.
¿Quién iba a pensar que una simple caja con pequeños obsequios iba a reunir a esta pareja? No cabe duda de que el destino existe y las coincidencias son mucho más que solo eso.
¡Que viva el amor!