Nilcinádia Alves dos Anjos es una chica brasileña que sabe que el esfuerzo, la dedicación y la familia son lo más importante para construir una carrera, pero también entiende que es necesario tener una buena situación económica para lidiar con los pagos de las matrículas y mensualidades.
Sus padres no contaban con los recursos suficientes para enviarla a estudiar. Sin embargo, hicieron hasta lo imposible por cumplir con su sueño de ser doctora. Ella finalmente lo logró y decidió homenajearlos de la mejor manera posible.
Nilcinádia concluyó sus estudios como médico y cuando fue nombrada para pasar al estrado a recibir su diploma, la joven aprovechó para levantar un azadón, una herramienta que se utiliza para cavar y mover la tierra al momento de sembrar, con el que sus padres trabajan todos los días en el campo.
Lo hizo como símbolo del agradecimiento, apoyo y cariño que sus padres le brindaron para que ella pudiera estudiar para convertirse en una gran doctora.
Me gusta mucho mi historia, valoro todo lo que pasé y todo el apoyo que recibí. Estoy muy agradecida con mis padres, llevo ese agradecimiento en mi corazón y no quería que fuera solo para mí, por eso pensé en el azadón. Es algo que representa su trabajo.
Sus padres, Nilson y Nergina, estuvieron atentos durante toda la ceremonia y cuando vieron el homenaje de su hija, no dudaron en subir junto a ella para recibir el título. La pareja ha trabajado durante toda su vida en el campo y siempre se han esforzado para cultivar mandioca y venderla con el fin de tener dinero y que sus hijos puedan estudiar, porque ellos no tuvieron las mismas oportunidades. Nilson solo pudo llegara hasta tercer grado en la escuela, pero no quería que sus hijos pasaran por lo mismo:
La educación es lo primero, quien no tiene una base, una estructura, un comienzo, tendrá una vida más difícil.
A pesar de que fue complicado, no fue imposible, porque Nilcinádia siempre soñó con convertirse en doctora y no le importaba estudiar hasta 10 o 12 horas diarias con tal de lograr su objetivo.
Cuando era pequeña, mi madre me llevaba al médico y a él le encantaba mi nombre. Decía que yo sería médica. A veces tenemos sueños que parecen imposibles, pero si luchamos, buscamos y perseguimos todo se vuelve posible. Yo tuve el apoyo de mi familia y tuve suerte.
Esta joven profesionista sabe que sus padres ya hicieron todo por ayudarla a estudiar, así que ahora solo tiene que seguir adelante y convertirse en una excelente doctora, para seguir haciendo que ellos se sientan orgullosos.