El Asturias Femenino es un equipo creado por y para la diversión de las futbolistas que, al igual que los chicos, disfrutan de este deporte. Su amor por la pelota es tan grande que lograron competir en el Torneo de Ribadeo, en Asturias. Lamentablemente no obtuvieron el título, pero sí una lección de moral deportiva.
Dentro del equipo juega Carla Moolenaar, una chica de 12 años, quien tiene un talento innato para atrapar los disparos que llegan a su portería. Hace un tiempo decidió cortarse el cabello para evitar que cubriera su rostro al jugar, algo que le causó graves problemas durante el torneo pues hubo quienes la acusaron de ser un niño solo por su aspecto.
Su corte de cabello y su talento le causaron un mal momento
Carla mide 1.63 metros de estatura, y la seguridad con la que defiende su portería la convierte en una de las mejores jugadoras de su equipo. Esto le ha hecho ganarse el odio por parte de sus rivales como el CD Tropezón, quienes vieron cómo Carla las eliminaba del Torneo al parar sus penales.
Al acabar el partido, el entrenador del equipo rival le reclamó a la organización del torneo que Carla no era una chica, sino un chico, pues aseguraba que su cuerpo, cabello y talento eran propios de un hombre.
Su madre se sintió consternada ante las acusaciones
El reclamo fue una total falta de respeto para Carla, su equipo y su familia. La organización explicó al entrenador que sus comentarios carecían de argumentos pues el torneo estaba diseñado para que hombres y mujeres participaran en él, así que no tenía validez alguna.
A pesar de lo dicho, el entrenador no pidió disculpa alguna, solo mandó a su esposa para que hablara con la señora Asunción Torres, mamá de Carla, diciéndole que fue un mal momento para él.
Al terminar el partido me contaron que el entrenador del Tropezón había denunciado al comité del torneo que habíamos ido a Ribadeo con un equipo femenino y que, sin embargo, la portera era en realidad un niño. Un niño que se llamaba Hugo. Mi hija, como todas las demás jugadoras, llevaba su nombre detrás, en la camiseta.
Afortunadamente Carla ignoró los comentarios
Cuando Asunción le explicó a su hija todo lo que había pasado, ella contestó de una manera muy inteligente:
Qué absurdo, qué mente tan más pequeña tiene ese señor. Ahora entiendo por qué algunas niñas del equipo contrario empezaron a gritar ‘¡Hugo, Hugo!’. Yo al sentir tanto ruido, miré. Una me señaló y dijo: ‘¿Ves? Se llama Hugo’. Yo decía: ‘¿Qué les pasa?, ¿a quién llaman?’
Ambas agradecieron el apoyo de todo Internet
La madre de Carla, compartió la historia a través de su cuenta en Facebook donde recibió cientos de comentarios a favor; para agradecerles a todos su apoyo posteó una fotografía de su hija junto con un mensaje de gratitud.
Afortunadamente su historia concluyó bien y no pasó a mayores. Sin embargo, esto nos deja ver que aún hay cosas por cambiar, pues cada chica tiene derecho a llevar el cabello como más le guste o le convenga, además ser buena en algo que generalmente es “cosa de hombres” debe ser un ejemplo de inclusión y equidad.