“Amor con amor se paga”, es la frase que describe la historia de Henry Mutebe, quien sorprendió con un viaje todo pagado a Wilson Dhabangi, un hombre que sin compartir lazo sanguíneo con él se dio a la tarea de cuidarlo, educarlo, alimentarlo y guiarlo cuando era solo un niño.
Su gesto ya derrite corazones en internet, pues su reciprocidad no ha quedado en un vuelo, ya que el hombre también tiene planes para regalarle una casa al hombre que dio todo por él.
Henry cuenta que perdió a su padre durante la infancia y su madre se vio obligada a inscribirlo en una escuela que brindaba servicio de internado, pues tenía que trabajar la mayor parte del tiempo para pagar las deudas del hogar, alimentación y vestimenta de él y sus hermanos. Desafortunadamente, debido a esto, su madre casi no tenía tiempo de visitarlo.
Sin embargo, en aquella institución conoció a Wilson Dhanbangi, un hombre que prestaba servicio voluntario en aquel sitio y con el que creó un lazo tan estrecho que terminó por verlo como su figura paterna.
El primer domingo que me visitó se convirtió en el comienzo de muchas más visitas que se extendieron a lo largo de tres años. Era viejo, llevaba zapatillas desgastadas, no tenía zapatos y llevaba la misma camisa. Todos los niños en la escuela lo conocían como mi padre.
Años después, Henry dejó el instituto, se graduó y consiguió un trabajo estable con un buen sueldo. Pero, a pesar del tiempo, nunca olvidó al hombre que le dio fuerzas para seguir delante, y en un gesto de bondad y reciprocidad lo buscó para hacer su sueño realidad: viajar en avión.
Durante años, siempre he sentido una deuda en mi corazón por el amor que este hombre me dio. Quería darle una sorpresa. Durante el último año, he estado ahorrando dinero para que esto suceda. Conseguí un boleto de avión para él y otra mujer especial que nos ayudó cuando nuestra madre no estaba, su nombre es Rebecca.
Wilson nunca había estado en el aeropuerto antes. Me dijo que el único avión que ha visto fue un helicóptero del expresidente ugandés Iddi Amin (muerto hace mucho tiempo) que llegó a una aldea cerca de su casa en 1974. Entonces, un avión es algo que siempre le fascinó. Sabía que esto sería algo que le encantaría.
Henry dice que Wilson no pudo contener las lágrimas al subir al avión, esto encogió su corazón y, al mismo tiempo, lo hizo saber que había hecho lo correcto, pues estaba haciendo realidad el sueño del hombre que lo ayudó a triunfar y a no sentirse solo.
Por otra parte, Henry señaló que también está trabajando en la construcción de una casa digna para Wilson y que si todo marcha bien en sus finanzas y trabajo, abrirá un fondo de educación para que los nietos de Wilson acudan a la universidad.