La escritora, creadora de la página web GIRLilla Warfare (girlillawarfare.com) y madre, Lisa Barr, compartió hace unos días en su sitio un interesante punto de vista sobre la llamada “ingeniería social” o la exclusión de jóvenes iniciada por las madres de familia.
Hace poco escuché una historia impactante de una amiga. No la puedo sacar de mi cabeza. Partían para un campamento nocturno de la escuela y una mamá de alguna forma tuvo acceso para subir a uno de los autobuses antes de que partiera. Se las arregló para apartar una sección entera para ocho chicas de 11 años y se quedó en el autobús hasta que las 8 “elegidas” abordaron y se sentaron en sus asientos “designados”. Una chica nueva preguntó si se podía sentar con el grupo y la mamá respondió: “Lo siento, están reservados”.
El grupo estaba formado y no había lugar para “intrusas”. Sarah, la nueva chica, había recibido tres mensajes al mismo tiempo: 1) No estás invitada. 2) No eres lo suficientemente buena. 3) Este es ‘el grupo’ y tú no formas parte de el, así que ni te esfuerces.
Como esta, hay mil historias en las escuelas, y odio decirlo pero la raíz de esta maldad social en particular está por lo general en un grupo de madres, que deciden quienes están “In” y quienes “Out“. Es lo que llamamos ‘Ingeniería Social Suburbana’ y termina causando un dolor profundo e innecesario a muchas chicas y chicos.
Muchos chicos y chicas eligen estar con quienes se sienten más cómodos, y eso es algo totalmente aceptable.
Las madres no sólo vigilan sino que también eligen las posibles amistades de sus hijas. Otra historia similar trata de una hija que se hizo muy buena amiga de otra chica en el campamento de verano. Durante ocho semanas las chicas fueron inseparables, pero cuando entraron de nuevo a la escuela, la hija se apartó de su nueva amiga porque no era una del grupo.
El mensaje que esta chica recibió fue: eres buena amistad para el verano, pero no lo suficiente para la escuela.
¿Qué hace que una chica de 12 años actúe de esa forma? ¿Qué hace su mamá al respecto, ya que es amiga de la madre de la otra chica? ¿Le dirá?
La madre de la chica rechazada ya lo sabe. De hecho, su ‘amiga’ le llamó para decirle: “Mi hija tendrá una fiesta la próxima semana y sólo quiero darte la noticia de primera mano: tu hija no será invitada porque no es amiga cercana de las otras chicas. Lo entiendes, ¿cierto?”
Otra escena de la que fui testigo hace pocos años fue cuando la hija de una gran amiga organizó un grupo para ir a pedir dulces en Halloween. Estaba muy emocionada con la idea. Sin embargo, dos semanas antes, otra chica de su clase (con quien no tenía problema alguno) decidió hacer una fiesta e invitó a cada chica del grupo, excepto a ella.
En poco tiempo, la chica que organizó el grupo de Halloween se quedó sola y sin planes para ese día. Todas sus amigas fueron a la fiesta y ni una sola madre dijo: “Oigan, mi hija tenía planes con (X, Y, Z), ¿puede ir también?”
El problema era que todas esas madres estaban tan felices y aliviadas de que que sus hijas fueran incluidas, que temían interceder por otra chica. Sé que muchas de ustedes pueden no estar de acuerdo conmigo pero creo que en este tipo de escenario, como madre, podemos y debemos abogar y hacer esa llamada en su nombre. ¿Por qué dudamos si debemos llamar o nos preguntamos primero cuáles serán las consecuencias para nuestros hijos si lo hacemos?
Estas situaciones no son exclusivas de alguna comunidad, ocurren todos los días, en todas partes. Yo decidí dar un paso drástico. Llamé a una amiga y le dije: “Sé que es algo loco, pero vamos a invitar a todo el grupo para la fiesta de graduación. La podemos hacer en el patio de mi casa”. Y así lo hicimos. Mandamos a hacer flyers y los repartimos en la cafetería; contratamos un DJ; proyectamos una película en el jardín trasero y cada madre del salón envió un platillo.
Ahí estaban todos: los chicos populares, los del grupo de teatro, los góticos, atletas, el club de ciencias…
Cada grupo estaba ahí en mi jardín trasero, en una mezcla que nunca antes había visto, y probablemente nunca veré otra vez. Recibí al menos 10 llamadas de varios padres diciendo: “Gracias, mi hijo(a) no había sido invitado(a) a una sola fiesta durante todo este tiempo”.
Me hizo llorar imaginarme a esos chicos lidiando con todos esos eventos a los que no fueron invitados. Pero el verdadero resultado de esa fiesta fue como un efecto dominó. Una amiga me llamó y me dijo: “Supe de tu fiesta y creo que estás loca. Había invitado a seis chicos al cumpleaños de mi hijo que será en unas semanas. Después de saber que incluiste a todos y lo genial que fue, hice algunas llamadas e invité a otros cinco chicos de la clase que había dejado fuera al principio.”
Hubo al menos otras tres fiestas y la “inclusión” se convirtió en el tema. No era la fiesta, era el mensaje: Enseña con el ejemplo a tus hijos a incluir. No puedo ni empezar a decir lo que hace por un hijo tímido el hecho de recibir una invitación inesperada. El impacto es un factor de cambio para ese chico.
Los adolescentes tienen que lidiar con el dolor mientras tratan de forjar su propia identidad. Como padres debemos ayudarlos dándoles las herramientas necesarias para esos días oscuros, y hacer ‘la llamada’ puede marcar la diferencia.
Si ves que un chico o chica es apartado, maltratado o abusado y lo sabes, no tengas miedo de defender al hijo de otra persona
Necesitamos estar atentos si vemos que un chico que conocemos cambia de manera drástica de ser feliz a estar malhumorado. Necesitamos escuchar y estar alertas, y no tener miedo de llamar a un padre o amigo cercano y expresarle nuestra preocupación, aún cuando podamos sentir que no nos incumbe”.