Constantemente vemos cómo las relaciones de los famosos o de nuestros seres queridos se terminan debido a los celos y las peleas. Nuestra suerte en el amor tampoco va nada bien, las decepciones amorosas nos golpean una y otra vez, agotando nuestra paciencia y debilitando el corazón.
Tal vez sea porque creemos que el amor está al lado de una pareja, y hemos olvidado los detalles, los amigos, la familia e incluso a nuestras mascotas; por ello hemos seleccionado 15 diminutas historias que te harán recordar el significado del amor, los sitios donde se encuentra y las veces en que los has vivido.
1. La fuerza del amor
Estoy atravesando con mi hija el pasillo. Hace 10 años saqué a un niño de 14 años de su casa consumida por el fuego. Los médicos dijeron que nunca volvería a caminar. Mi hija me acompañaba al hospital para verlo. Luego empezó a ir ella por su cuenta. Hoy estoy viendo de nuevo a ese niño desafiar todos los obstáculos, sonriendo, de pie, en el altar, mientras coloca un anillo en el dedo de mi hija.
2. El placer de los detalles
Estaba sentado comiendo el almuerzo cuando vi aparecer un coche con dos ancianos que aparcaron justo enfrente de donde estaba. Escuché la música que provenía de su coche, el anciano bajó, abrió la puerta de su mujer, le ayudó a salir, se alejaron unos pasos y estuvieron unos 10 minutos bailando lentamente bajo el árbol que estaba a su lado.
3. Amigo fiel
Mi perro labrador tiene 16 años y apenas puede levantarse. No puede ver, ni oír y medio logra ladrar. Pero nada de eso le impide que mueva su cola a mil por hora cada vez que me ve entrar en casa.
4. Discúlpame…
Hoy mi padre vino a verme por primera vez en seis meses desde que le dije que era gay. Cuando abrí la puerta estaba llorando, me abrazó y me dijo: ‘Lo siento Dani. Te quiero’.
5. Solo quiero sonreír
El otro día fui al Kentucky después de trabajar para merendar algo. Había una pareja de unos 60 años compartiendo un cubo de piezas de pollo. No paraban de reír y hablar. Disfruté viéndolos y pensé: ‘en mis 24 años aún nadie me ha hecho sentir que un cubo de pollo frito pudiera ser tan divertido’.
6. Regalo sorpresa
Perdí mi anillo de boda hace un año y me puse muy triste. Mi marido y yo no podíamos permitirnos comprar otro. Ayer volví a casa después del trabajo. Sobre la mesa había una pequeña cajita y dentro había un nuevo anillo con una nota: “Te mereces lo mejor”. Resultó que mi marido había vendido el reloj de su abuelo para comprarme este anillo. Y yo hoy vendí los pendientes de mi abuela y le compré un reloj nuevo.
7. Hasta siempre
Hoy mi padre ha fallecido por causas naturales a los 92 años. Encontré su cuerpo descansando tranquilamente en su sillón. En su regazo había 3 fotografías de mi madre, que falleció hará unos 10 años. Era el amor de su vida, y al parecer la última cosa que quería ver antes de morir.
8. Locuras de amor
Empecé a salir con mi chico gracias a que teníamos un buen sentido humor. Un día, cuando él todavía era solo mi vecino, le pedí que revisara un enchufe que no funcionaba. Este bromista, al tocar la toma de corriente, empezó a simular un choque eléctrico, se contraía y gritaba. Cuando yo ya estaba a punto de empujarlo lejos del enchufe, se deslizó al suelo y, de repente, saltó gritando: “ajá”. Para contestarle me lleve las mano al pecho e interpreté que me daba un infarto. Como resultado, pasamos toda la tarde riéndonos, desde entonces no nos separamos.
9. La perfección de lo imperfecto
Soy perfeccionista. Hace poco, en la fila de la oficina postal había un chico delante de mí. La cremallera de su mochila no estaba completamente cerrada. Intenté contenerme como pude, pero acabé dando un paso al frente y la abroché hasta el final. El chico se volvió y me miró indignado. Por cierto, esto lo recordamos él y yo juntos, celebrando ya los 4 años de nuestra relación.
10. El lenguaje más tierno
Mi hija de 11 años, habla con fluidez el lenguaje de señas. El motivo es que su mejor amiga, con la que se ha criado desde que era una bebé, es sorda. Podremos tener diferentes facciones, culturas, estilos y hasta formas de vestirnos. Pero hay un lenguaje que todos entendemos, uno universal que no entiende de sexo, raza o clase social. El del amor.
11. La belleza del alma
Mi abuelo, que tiene 75 años y es casi ciego por las cataratas me dice hoy: ‘tu abuela es la mujer más hermosa, ¿a que sí?’. He pensado por un momento y luego le he dicho: ‘Sí. Apuesto que de tanto verla ya te habrás acostumbrado’. ‘Cariño, veo su belleza todos los días. De hecho, la veo más ahora que cuando éramos jóvenes’.
12. El símbolo más fuerte
Mi primer amor fue una locura. Nos amábamos apasionadamente. El 22 de agosto nos casamos, intercambiando anillos de plata en el tejado de un edificio en construcción abandonado. Llevamos ya mucho sin estar juntos, pero todos los años, el 22 de agosto, sin ponernos de acuerdo, acudimos a este sitio en construcción y conversamos.
13. El tiempo de un amor
Paseaba a mi perro cerca de un complejo de edificios altos con muchos apartamentos y vi a un hombre mayor preguntando a todo el mundo por una mujer. Él conocía su apellido, su lugar de trabajo y su perro. Nadie le hacía caso pero él preguntaba y preguntaba sin parar. Ella era su primer amor, regresó a su ciudad natal después de muchos años y lo primero que hizo fue investigar si ella aún vivía en la casa donde él la había visto por primera vez y se enamoró. Al final, un par de chicos llamaron a esa mujer. Su reencuentro los había convertido de nuevo en un par de jóvenes enamorados.
14. Viviendo el peligro
A los 17 años de edad viví mi primer amor, pero mis padres no lo aprobaban. Era verano. Las noches, cálidas. Él se acercó a mi ventana a las cuatro de la madrugada para invitarme a ver el amanecer, y me escapé por la ventana, aunque siempre fui una chica obediente. Caminábamos, nos besábamos, conversábamos de todo y de nada a la vez, ¡éramos libres como el viento y muy felices! Me llevó a casa a las siete de la mañana, cuando mis padres se levantaban para ir a trabajar. Nadie notó mi ausencia y este fue el acto más aventurero y romántico de mi vida.
15. El universo conspira
Nadie me cree, pero mi marido fue enviado a través de las estrellas. No soy hermosa, tengo sobrepeso y los chicos nunca se fijaban en mí, pero necesitaba amor y una relación. Yo tenía 19 años, estaba tumbada en la playa por la noche, contemplando el firmamento muy triste. Cuando cayó la primera estrella yo bromeé por si acaso y pedí que me llegase el amor. Luego cayó la segunda, con la que pedí encontrarlo aquella misma noche y decidí que si la tercera aparecía, entonces, seguramente, todo se haría realidad. Y sí, cayó, literalmente, de inmediato. Esa noche me llegó por error un mensaje de mi futuro marido en una red social.