La siguiente es una hermosa historia que merece ser contada. Hannah Ford, una viuda de 86 años, tiene un corazón de oro, pues a lo largo de cuatro décadas ha brindado cariño y cobijo a más de 189 niños que han tenido la fortuna de cruzarse en su camino.
Todo comenzó en 1983, algunos años después de que su esposo falleció. Sus hijos biológicos, ya adultos, comenzaron a mudarse de la casa, fue entonces que Hannah se dio cuenta de que tenía mucho tiempo libre. Además, se sentía un poco sola.
Por sugerencia de un buen amigo, la mujer aceptó convertirse en madre de acogida, que es una forma de ejercer la guarda de uno o varios menores, brindándoles un entorno familiar de forma temporal o permanente, para evitar que los chicos terminen internos en casas hogar.
Al parecer, esta experiencia ha sido tan enriquecedora para ella que incluso llegó a adoptar a siete de los menores que tuvo bajo su cuidado, pues consideró que podría brindarles lo que ellos necesitaban para que pudieran superar las heridas físicas o psicológicas que, por lo regular, estos chicos llevan consigo.
Hay demasiados niños por ahí necesitados. Están saliendo de situaciones en las que no son alimentados adecuadamente, no son amados adecuadamente. Ellos me necesitan y yo los necesito.
Muchos de los hijos que alguna vez formaron parte de su hogar hablan maravillas de la señora Ford, pues no pueden olvidar todo el amor y el cuidado que experimentaron cuando estuvieron junto a ella, ya que la mujer sabía cómo ganarse su confianza. Además, siempre les brindaba una sensación de calma y comodidad.
Por su parte, la señora Hannah se ha preocupado por ofrecer a sus muchachos orientación constante, consciente del enorme poder del amor para sanar cualquier trauma. Para los chicos, llegar a ella era como llegar al paraíso luego de sufrir situaciones complicadas y extremas, de muchísima desestabilidad emocional.
Mientras tanto, Hannah no tiene intenciones de terminar con su hermosa labor, pues cree que aún puede continuar ayudando a quien lo necesite. Además, la mayor prueba de que ha hecho lo correcto es que varios de sus hijos adoptivos han logrado labrarse un destino ya de adultos, ya que son muchas las historias de éxito que se cuentan de ellos.
No veo ningún final a la vista. Mientras Dios continúe dándome fuerza, guía y sabiduría, lo seguiré haciendo.