Para muchos, la pandemia ha sido el momento de pasar tiempo a solas, pero para otros fue la única oportunidad de buscarse a sí mismos en total solitud y ¿qué mejor lugar para hacerlo que en el círculo ártico a temperaturas bajo cero?
Valentina Miozzo, una joven de origen italiano, decidió mudarse al norte de Noruega dentro del círculo ártico a mitad de la pandemia justo cuando la temporada de 24 horas de noche comenzaba en aquel lugar.
Miozzo, quien se crió en la región de Emilia Romagna, al norte de Italia, cambió su vida por completo, ya que su trabajo como guía turística se vio afectado de la noche a la mañana a causa de las prohibiciones de viaje por la pandemia.
Todo estaba concentrado en el turismo. Mi vida era en los viajes, pasaba seis meses del año lejos de casa. Como no podía hacer mi trabajo, vi la oportunidad de viajar y vivir en otra realidad, en un lugar más estático, en una parte del mundo que no conocía y que encontraba fascinante desde hace tiempo.
Así que cuando le ofrecieron el trabajo de visitar el círculo ártico para cuidar y administrar un hostal, Miozzo no lo dudó ni un segundo y en menos de un mes llegó a Kongsfjord, una pequeña ciudad con 28 habitantes a 3862 kilómetros de distancia.
No es la primera vez que la joven aventurera decide pasar largos periodos de tiempo en ciudades y regiones lejos de casa, como India, Indonesia, Senegal, Londres y gran parte del sur de Asia. Sin embargo, el clima en Kongsfjord es muy diferente al de cualquier otro lugar que ha conocido.
El clima, la luz, la noche, todo es muy diferente. Aquí, la tundra es real. Los árboles no crecen, la naturaleza es realmente salvaje. Hay zorros rojos, renos por todas partes, ballenas, delfines y orcas. No he estado viviendo en Noruega, he vivido en la tundra ártica.