Jordan Pisey Windle, de 22 años, es uno de los atletas más destacados del equipo olímpico de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Tokio, pero su vida no siempre fue sencilla y plena como ahora parece. Su nacimiento se vio envuelto de pobreza y desamor, a tal grado que fue abandonado en un orfanato por sus padres biológicos.
Su futuro parecía incierto, estaba desnutrido y no recibía los cuidados necesarios, hasta que Jerry Windle, un hombre gay de 18 años de edad, llegó a su vida para adoptarlo, cuidarlo y ayudarlo a cumplir sus sueños. Ahora dedica todos sus logros a quien le regaló una segunda oportunidad y deja en claro que tener un padre perteneciente a la comunidad LGBTTT es todo un orgullo.
En la década de los 90, Jerry Windle veía su sueño de ser padre como algo inalcanzable. Al ser un hombre gay y soltero, las posibilidades de tener una familia eran casi nulas. Sin embargo, por azares del destino, leyó una publicación en la que un hombre soltero había adoptado a un niño en Camboya. Al ver que alguien más pudo alcanzar su sueño en otras fronteras, empacó las maletas y tomó un vuelo directo a Camboya.
Al llegar al sitio indicado en aquella publicación, conoció a Jordan, un pequeño de 18 meses de edad que se enfrentaba a la ausencia paternal, la desnutrición y una serie de enfermedades, pero que siempre mantenía una sonrisa inmensa. La conexión entre ambos fue inmediata, Jerry realizó los tramites de adopción y viajaron de regreso a casa. Al paso del tiempo, con paciencia, amor y una buena alimentación, el pequeño se recuperó física y emocionalmente.
El entrenador dijo que acababa de ver algo en Jordan y era algo fisiológico pero también inexplicable, entonces Jordan dijo que quería ir a clases de buceo y yo dije ‘Está bien, si es algo que quieres hacer, hagámoslo’. A los 7 años comenzó a bucear y ganó su primer campeonato nacional juvenil dos años después, lo que es casi sin precedentes para alguien que acaba de meterse en un deporte. Sé el arduo trabajo que ha puesto en ello, se lo ha ganado, y estoy realmente emocionado y orgulloso de que con su cuerpo técnico, haya podido lograr una hazaña tan asombrosa.
El talento de Jordan fue descubierto a los siete años. Su padre lo motivó y ayudó en todo momento a sacar lo mejor de sí. Con el paso del tiempo, los premios y competencias se fueron acumulando, hasta lograr ser parte del equipo de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Actualmente, su padre no puede acompañarlo debido a las medidas preventivas por covid-19, pero se mantiene firme y lo apoya a la distancia, tal y como siempre lo ha hecho.
Por lo general, puedo escuchar a mi papá entre todos en la audiencia. No tenerlo en los Juegos Olímpicos será diferente. Desearía que él estuviera allí, pero eso no cambia realmente lo que voy a hacer: divertirme, lucir un poco y montar un espectáculo para todos. Esto es un sueño que se hace realidad. Les digo a todos, cuando me preguntan por qué buceo, buceo exclusivamente por mi papá y cuánto le encanta verme. Sin él haciendo todos los sacrificios que ha hecho y sin su amor y apoyo durante todo el tiempo que hemos estado juntos, realmente no estaría donde estoy hoy. Tengo que agradecerle por todo, todos mis logros. Ha sido un viaje increíble a su lado.
Por su parte, Jordan no pierde oportunidad alguna para agradecer el apoyo de su padre, de quien se siente sumamente orgulloso. Su historia hace eco en el corazón de miles de personas y comprueba que el amor de un padre no proviene de los lazos sanguíneos ni está predeterminado por una preferencia sexual, sino que se centra en el deseo y en el amor por cuidar de otros y formar una familia. ¡Felicidades a esta familia excepcional!