Alejados de su país de origen y muchas de las veces de sus seres queridos, la vida de un inmigrante suele ser dura y muy triste, pues comenzar de cero en un país desconocido, sin trabajo y sin conocer a nadie no es nada sencillo.
Por ello hay historias de inmigrantes que han logrado salir victoriosos de los desafíos más difíciles que nos llenan de orgullo debido a su fuerza interior y resiliencia. Así como la de una familia venezolana que logró cumplir su sueño en un país completamente ajeno al suyo.
Tuvieron que abandonar su país en busca de una vida mejor
Como tantas familias de todo el mundo, la familia Campos Pacheco tuvo que abandonar su natal Venezuela para migrar a Santiago de Chile en busca de una vida mejor, lejos de la terrible crisis humanitaria que padecen millones de venezolanos.
Si bien fueron años complicados, José y su esposa (quien prefirió mantenerse en el anonimato) tenían sus objetivos muy claros y descubrieron cómo armar su propio negocio aprovechando la deliciosa gastronomía de su tierra y sus conocimientos previos en la elaboración de diversos manjares, en especial el golfeado venezolano, un pan dulce típico de Venezuela, originario de la región capital del país.
El metro de Santiago fue el punto de venta que la emprendedora pareja eligió para deleitar el paladar de los chilenos que quedaron encantados con el producto, tanto que comenzaron a recibir pedidos para fiestas y reuniones. Las ventas fueron creciendo poco a poco, lo que les permitió abrir la panadería de sus sueños: Golfeado Manía, un lugar adecuado y formalizado para vender sus productos sin la improvisación de una estación de metro.
Cuando llegamos a Chile, la realidad de la vida se nos impuso. Fue difícil, pero gracias a nuestra resiliencia y la fidelidad de nuestros clientes conquistados uno a uno en el metro de Santiago logramos generar ingresos y mejorar nuestras vidas. Los sueños solo se pueden realizar cuando trabajamos duro para hacerlos realidad.
– José
Un rotundo éxito
Al igual que la mayoría de los inmigrantes de Venezuela, José y su familia tuvieron que reinventarse para asegurar el sustento de su hogar. Al final, su disposición y deseo de cambiar en medio de una situación difícil rindió frutos y el nuevo negocio familiar aseguró la independencia económica y la prosperidad de la pareja, quien tiene un hijo pequeño que asiste a la escuela.
En palabras de la propia familia Campos Pacheco, la panadería está “en constante construcción” y consideran que aún falta mucho para que sea exactamente como ellos la imaginaron, pero trabajan arduamente para seguir consolidando sus sueños y agradecen a la comunidad chilena por el cálido recibimiento que ha dado no solo a sus deliciosos productos, sino a una familia que ha sabido demostrar que el deseo genuino de salir adelante es el motor que encamina al éxito. ¡Enhorabuena por la familia Campos Pacheco!