No cabe duda de que los adultos tenemos mucho que aprender de la forma en la que los niños ven el mundo y hallan respuestas de lo que está a su alrededor. Y es que muchas veces nos pasa como en la película El Principito (2015), en donde al pequeño príncipe, cuando entra al mundo de los adultos, se le olvida cómo ser niño hasta que comprende que solo se ve bien con el corazón y lo esencial es invisible para los ojos.
Así tuvo que suceder con una niña que le dio una gran lección de diversidad a la cajera de una tienda departamental cuando, al querer comprar una muñeca, la pequeña fue cuestionada sobre el juguete que había escogido y que no iba con la fisonomía de la niña ni con los estereotipos socialmente establecidos.
Ella es bonita como yo
Sophia, la hija de Brandi y Nick Benner, llegó a la edad de tener que dejar los pañales y sus papás y ella hicieron un trato: si a lo largo de un mes Sophia iba al baño y seguía las instrucciones, recibiría un premio. La meta era grande, pero después del tiempo acordado la pequeña lo logró y sus papás la llevaron a escoger su regalo.
Lo que sucedería al llegar a la caja era algo que nadie se esperaba y por eso Brandi lo compartió en su cuenta de Facebook:
“Al estar en la caja para pagar, la cajera le preguntó si iba a ir a alguna fiesta de cumpleaños. Las dos nos quedamos en blanco cuando hizo esa pregunta. Entonces ella señaló la muñeca y le preguntó a Sophia si había escogido esa muñeca para alguna de sus amigas. Sophia seguía sin entender lo que la cajera cuestionaba y yo le hice saber que era el premio que había escogido por completar su entrenamiento para ir al baño. La mujer me miró intrigada y le preguntó a Sophia: ‘¿estás segura que quieres esa muñeca?’, y Sophia dijo: ‘¡sí, por favor!’.
“La cajera replicó: ‘pero ella no luce como tú. Tenemos muchas muñecas que se parecen a ti’. Inmediatamente me molesté, pero antes de poder decir algo Sophia respondió: ‘sí se parece a mí, ella es doctor, así como yo y yo soy una niña bonita y ella también, mira lo bonito que es su cabello y mira su estetoscopio’. Lo bueno es que la cajera decidió dejar el asunto y solo respondió: ‘oh sí, es muy bonita’. Esta experiencia solo confirma mi creencia de que nadie de nosotros nacemos con la idea de que los colores importan. La piel puede ser de diferente color, así como el pelo y los ojos y eso es hermoso”.
La mamá de la pequeña tiene razón: los niños no nacen con el chip de la exclusión o la inclusión basada en el género, la edad o la raza. A los niños se les va a educando sobre eso y es cuando empiezan a reconocer las diferencias y las similitudes que luego los harán tomar decisiones como con quién jugar, a quién amar o cómo pensar. Lo que debemos tener siempre en cuenta es que la diversidad es algo bueno porque lo que nos hace diferentes nos complementa y nos hace fuertes.