Algunas veces, el exceso de peso puede ser causado por el estrés y para dejarlo ir, es necesario recibir el apoyo de quienes te rodean. En el caso de Lisseth Exposito, una joven venezolana de 25 años que vive en Northfleet, Kent, Inglaterra, en lugar de recibir ayuda por parte de su esposo, lo que recibió fue una infidelidad.
La pareja se conoció en 2005 cuando ella era muy joven y delgada, se casaron y se fueron a vivir a Inglaterra, donde Lissy descubrió que estaba embarazada. Conforme avanzaba la gestación, ella se alimentaba de toda clase de comida chatarra, pero no lo hacía sola.
Un cambio extremo
Su esposo José de 29 años también comía más de cuatro mil calorías en un día, pero él nunca ganó peso. Al principio, Lisseth pensaba que era normal ganar algunos kilos por su embarazo, pero después de que naciera su hija Lissmar -ahora de siete años- continuó con ese estilo de vida. En dos años engordó más de 100 kilogramos.
Cuando comenzaron su relación, José era un hombre detallista y romántico que gustaba de besar sus mejillas cada noche para decirle cuánto la amaba, después todo cambió.
Le puso varios apodos, entre ellos “elefante”
La relación de la pareja se destruía conforme pasaba el tiempo, José estaba disgustado con la nueva apariencia de su esposa, a quien incluso llegó a llamar “elefante”.
Yo esperaba el apoyo de mi esposo, especialmente por ser la madre de su hija. José es muy afortunado. Él nunca ganó peso sin importar qué comiera. Yo comía McDonald’s y amaba los pastelillos. Tenía una excusa para comer así y aproveche. Estábamos enamorados, jamás pensé que el peso era algo que le importara tanto.
Él la hizo sentir muy mal
Luego de dar a luz, Lisseth seguía comiendo grandes porciones y en algunas ocasiones descubrió que su marido la veía con asco.
Mientras comía mi cena en el sofá, lo escuchaba decirme “obesa”, mientras que algunas migajas caían por mi estómago.
Todo iba de mal en peor
José comenzó a hacerle algunos comentarios ofensivos, pero poco a poco todo se tornó a una burla cruel. Ella deseaba desesperadamente perder peso y volver a ser la chica de la que alguna vez estuvo enamorado, pero lo único que tenía era mucha hambre. El maltrato de su esposo había acabado con su autoestima.
Lisseth pensaba que su única amiga era la comida. Estaba harta del trato de José; cada noche, mientras estaban en la cama, él se daba la vuelta y a pesar de escuchar el llanto de su esposa, jamás mostró comprensión.
Algo andaba mal
Dejaron de tener intimidad porque él pensaba que su esposa era demasiado gorda. Lisseth notó algo extraño en el comportamiento de su marido. Comenzó a llegar tarde, pasaba horas en el teléfono y se puso paranoica.
Sus sospechas resultaron ser ciertas. Una tarde descubrió cientos de mensajes de José a otra mujer, cuando lo enfrentó no negó las acusaciones y la culpó a ella por estar gorda.
Decidió amarse a ella misma
Fue en ese momento que todo cambió: echó a su esposo de la casa, pidió el divorcio y cambió su estilo de vida por uno más saludable. Recurrió a un médico para recibir consejos, pero le aseguraron que su única salida era utilizar la banda gástrica.
Prefirió el ejercicio
Lisseth se negó rotundamente, cambió sus hábitos alimenticios y empezó a ir al gimnasio. Al principio le daba mucha vergüenza que todos la miraran, pero poco a poco se fue acostumbrando. En un año bajó 60 kilos, algo que la llenó de fortaleza y autoestima.
No pasó desapercibida
Cada fin semana, José iba a recoger a la pequeña Lissmar y notó el cambio radical que su exesposa había experimentado.
Un viernes me dijo que me veía ardiente. Cerré la puerta de la casa en su cara. Nunca le permitiría regresar a mi vida. Soy el ejemplo a seguir de mi hija y además le demostré que estaba equivocado.
Se equivocó
José ha admitido que le puso algunos apodos y que le fue infiel, pero, según afirmó, lo hizo porque estaba muy pasada de peso.
Ahora luce increíble. Pero haberle sido infiel la ayudò a perder peso. Me siento mal porque destruí su autoestima por todas esas cosas que le decía. Le llegué a gritar “gorda”. Esa fue una de las razones por las que terminamos y lo que me impulsó a buscar a otra mujer. Me arrepiento sinceramente.