El 23 de julio de 2011 la cantante británica Amy Winehouse, con solo 27 años de edad, fue encontrada muerta en su apartamento de Londres. El padre de la cantante afirmó que su fallecimiento se debió al abuso de substancias que calmaban la abstinencia al alcohol de Amy. Una de la mejores voces del jazz en el siglo 21 será recordada siempre por hacer todo con exceso, pues así como bebió en demasía, de igual manera se desintoxicó.
Sin embargo, muchos aún creen que una de las causas de su muerte fue que Amy se enamoró locamente y sin medida. Su amor, a pesar de ser genuino, fue tóxico. Por eso recordamos la destructiva historia de amor que vivió la cantante con su expareja Blake Fielder-Civil y las razones por las que ninguna mujer debería tener el “Síndrome de Amy Winehouse”.
“El amor es un juego perdido”, Amy Winehouse.
El amor es un juego perdido
Todos sabemos que aquello que mal comienza, es seguro que también mal termine, y así fue como Amy conoció a Blake. Ambos con pareja, decidieron dejarlo todo y estar juntos en 2004. Un año después, él la abandonó para volver con su ex.
Amy compuso en 2006 Back to Black, el disco más vendido de Inglaterra en las últimas décadas. El álbum contenía toda la melancolía y dolor que sentía Amy por la traición de su amor.
“Tú regresa con ella; yo regresaré a la oscuridad”, Amy Winehouse.
Para nadie fue una sorpresa que después del éxito de Amy, Blake corriera de vuelta a sus brazos. A pesar de que él juraba tener una “conexión especial” con la cantante, muchos aseguran que solo se aprovechó del amor devoto que Amy le profesó cuando escribió tan agridulces y oscuras canciones.
En 2007 la pareja se casó y fue el momento en el que no solo la carrera de Amy, sino también su estabilidad física y emocional, terminó cayendo en picada.
“Nos amamos de una manera intensa y probablemente de una forma malsana y codependiente”, confesó Blake Fielder en una entrevista.
Amy estaba enamorada del amor
Como en toda adicción, Amy se excedió en su manera de amar a Blake, así que daba absolutamente todo por él. Sin embargo, ella no estaba tan enamorada como seguro ambos creían. Amigos y familiares de la cantante afirmaban que la dependencia de Amy radicaba en la falta de amor que sentía en su interior y la necesidad de ser aceptada por una pareja.
Amy comenzó a perderse a sí misma, hasta el punto de hacer lo mismo que Blake hiciera. Prueba de ello fue la noche en la que se captó a la pareja caminando por las calles de Londres con rasguños y heridas en el cuerpo.
“Tuvimos una discusión, perdimos el control y yo rompí una botella, así que se me enterraron algunos cristales. Ella me vio con miedo o amor, o lo que fuera, y como en una extraña muestra de amor, tomó los vidrios y se hizo las mismas cortadas en la piel”, Blake Fielder-Civil.
Ese “acto de amor” podría ser una sencilla analogía de cómo Amy seguía ciegamente los pasos de Blake, a costa de su bienestar y salud. En enero de 2007 la pareja comenzó a fumar heroína, y a pesar de que al principio lo hacían “esporádicamente”, para septiembre la adicción de Amy empeoró.
El síndrome de Amy Winehouse es un grito desesperado
El final de Amy fue catastrófico: entró en un agujero negro de miedo, ansiedad y frustración que la orilló a buscar alivio en cada una de sus adiciones.
El alcohol, la heroína y su “amor” desenfrenado por un mal hombre fueron un cóctel peligroso que terminó con la vida de esta mujer de tan solo 27 años, y a quien el mundo de la música siempre recordará.
Amy nos dejó una gran lección de lo importante que es amarse a una misma antes que a cualquier otra persona. Justo como en su canción Love is a losing game, existen amores que desde el principio están destinados a fracasar.
“Algunas personas que llegan a nuestras vidas dejan huellas en nuestros corazones y ya no somos los mismos”, Amy Winehouse.