Hay personas que están hechas para pelear grandes batallas y Patricia Folch es una de ellas. Hace algún tiempo le diagnosticaron un carcinoma triple negativo, el tipo de cáncer de mama más mortífero de todos. Lejos de sentirse asustada y devastada por la noticia, decidió que lucharía todos los días para no dejarse vencer.
Desde entonces comenzó a ver su enfermedad como una competencia que tenía que ganar día con día. Folch es aficionada al atletismo, por eso decidió que correría luego de recibir su tratamiento de quimioterapia, no importaba lo debilitada que podía estar, siempre hacia su mejor esfuerzo y al final obtuvo un resultado impresionante.
No creía cuando le dieron el diagnóstico
El día que le informaron que estaba enferma sintió que el mundo se le venía encima, “fue muy duro”, recuerda. Estaba tan ansiosa por conocer el resultado de las pruebas que le habían hecho que se presentó un día antes en el consultorio del doctor. Cuando la enfermera le preguntó si iba sola o acompañada supo que algo no estaba bien, así que llamó a su jefa y le dijo que creía que tenía cáncer, “ella tomó un taxi y vino para acompañarme”.
A pesar de lo que estaba viviendo, tuvo suerte
Cuando le detectaron el cáncer estaba a punto de expandirse por todo el cuerpo. Lo descubrieron a tiempo, estaba a punto de hacer metástasis. No había muchas esperanzas para Patricia, por eso los doctores le aconsejaron iniciar el tratamiento de quimioterapia de inmediato, pero por increíble que parezca se negó rotundamente: “les pedí que antes me dejaran correr la cursa de la Mercè”.
No solo participó en la carrera: mejoró su tiempo
Se había preparado durante mucho tiempo para correr la maratón y al final mejoró su tiempo. Luego del evento comenzó con la quimioterapia y justo después de la primera dosis salió a correr. La actividad física le ayudaba a eliminar la toxicidad de las quimios. “Hay efectos muy comunes, como el hormigueo en las extremidades, que yo no he tenido”.
Sufrió un cambio físico verdaderamente difícil
“Había un momento en el que no me reconocía en la imagen que me devolvía el espejo”. Patricia ganó mucho peso por la cortisona que le administraban para sobrellevar los dolores del tratamiento. También se le cayó el cabello, recuerda especialmente el día en que estaba en una reunión de trabajo y dejó la silla llena de cabello, “sentí mucha vergüenza”. Por esa razón decidió raparse y llevar siempre una peluca.
Afortunadamente logró ganar la carrera más importante de todas
A pesar de que Patricia está curada, siente miedo de que la enfermedad aparezca de nuevo. Sin embargo, está en buenas manos y aprendió que el ejercicio puede salvarle la vida. Actualmente está centrada en su recuperación, pero en paralelo, y por petición de los médicos, centra sus esfuerzos en dar a conocer su historia para que sirva de ejemplo a otros pacientes:
“Con mi caso quieren demostrar que, aunque ser diagnosticado con cáncer es horrible, eso no quiere decir que sea sinónimo de una muerte segura. No tienes que parar tu vida por el tratamiento, en todo caso, tienes que adaptarlo”.