“Esto tiene que ser un sueño, nos casaremos en dos semanas. Lo vi anoche y estaba bien”. Cuando Mohammad Sharifi le propuso matrimonio, Sara Baluch pensó que sería el día más feliz de su vida y que el momento de caminar hacia el altar con su vestido color marfil le quitaría el aliento. Jamás imaginó que usaría ese vestido para visitar a su prometido en la tumba.
Mohammad quedó flechado en cuanto conoció a Sara en la Universidad de Tennessee, así que le pidió que fuera su novia. Sin saber que él se convertiría en el amor de su vida, lo rechazó porque prefería concentrarse en sus estudios. Afortunadamente no se rindió y la conquistó hasta que ella finalmente accedió a salir con él. En diciembre del 2018 se comprometieron.
Pero la vida tenía otros planes…
Mohammad, de 24 años, fue asesinado en el estacionamiento de un complejo departamental en donde un hombre, D’Marcus White, al que le iba a vender una consola de Xbox, le disparó.
Los médicos no pudieron hacer nada por él, cuando llegó al hospital ya había fallecido. Sara fue la primera persona en llegar y cuando le dieron la noticia su mundo se vino abajo: “fue como si la tierra se abriera bajo mis pies, sentí que caía y no podía dejar de caer”.
En su cuenta de Facebook, su hermana relata cómo fue aquel momento: Sara estaba al lado de la cama de hospital en la que yacía el cuerpo de su prometido, rodeada por varios detectives, lloraba y le pedía a Sharifi que despertara, que no podía dejarla sola. Tocaba su rostro como si buscara una señal de vida.
Su prometido no sería solo una víctima más
Mohammad estaba muy emocionado por su boda, cada vez que hablaban de sus planes su rostro se iluminaba. Por eso, aunque él ya no estaba, Sara decidió ponerse su vestido de novia y visitar la tumba de su amado.
Eso fue lo más difícil que ha tenido que hacer en su vida pues, según relata, solo quería quedarse en su cuarto a llorar, pero de haberlo hecho se hubiera arrepentido toda su vida. Decidió que la muerte de su prometido no sería en vano: “quedarme en mi cuarto lo convertiría en una víctima silenciosa más. Mi meta es contar su historia”.
Un amor que no termina con la muerte
Perdí a mi otra mitad. Hay veces que entro en negación y pienso que solo es un sueño, pero luego recuerdo tu dulce y frío rostro entre mis manos en el hospital. Te rogué que despertaras, te rogué que no me dejaras. Sé que no fue tu decisión. Cada día me mostraste tu amor con tus acciones y sé que jamás me abandonarías. Eres mi otra mitad, me completabas. Estábamos conectados a tal punto que incluso podíamos ver los colores que pensaba el otro. Compartimos un corazón, una mente, un alma. Una parte de mí murió y fue enterrada contigo.
Nos tomó solo dos semanas enamorarnos. Después de nuestra primera cita llamaste a tu mamá y le dijiste que al fin habías encontrado tu alma gemela. Estábamos hechos el uno para el otro y no entiendo cómo fue que mi otra mitad me fue arrebatada dos semanas antes de nuestra boda. Quería crecer contigo, tener hijos y compartirles todo el amor que albergábamos. Nuestro amor fue y es tan fuerte que quizá no podía existir en este mundo y la única manera en que el universo podría habernos separado era a través de la muerte, pero incluso entonces mi amor por ti solo se ha fortalecido.
Amor, no puedo dormir por las noches sabiendo que jamás volverás para tomarme de la mano. Me siento débil sin tus brazos protegiéndome de todo el mal que hay en este mundo. Extraño quedarme dormida escuchando tu dulce voz. Extraño la manera en que tus ojos sonreían y cómo todos mis problemas desaparecían con solo mirar tus dulces ojos. Extraño cómo tu sonrisa podía hacerme sentir en las nubes. Te extraño, amor. Extraño todo de ti.
Tu pérdida me ha hecho cuestionar todo. Se suponía que cruzaríamos al otro lado juntos. Sé que quieres que sea fuerte, lo sé, y realmente lo estoy intentando. Tú eras mi fuerza, mi protección, mi pasión, mi mundo y te adoraré por siempre, Mohammad. Te amaré por siempre. Lo prometo.