Ella sabe perfectamente lo que es el verdadero dolor, no ese dolor de haber sido engañada por un hombre, traicionada por sus amigos, abandonada cuando más lo necesitaba; no, ella sabe lo que es perder el verdadero amor, arrebatado por las garras de la muerte.
Ella ha sentido como todo su ser se convulsiona en un espasmo de aflicción, sin entender cómo es que lo que más ha amado no podrá volver jamás, y en sus horas de desvelo le grita envuelta en el llanto amargo de la despedida.
La muerte de un ser querido, de alguien que te dio todo lo que merecías, que te demostró a conciencia lo que significa el afecto, no tiene comparación, es sin duda el tormento más grande que alguien pueda experimentar.
Tal vez no tuvieron tanto tiempo juntos, pero aprovecharon cada segundo recopilando historias y momentos, que ahora alimentan su alma.
La muerte la ha hecho fuerte, porque ella sigue viva, incluso cuando su gran amor no esté más, incluso cuando ha deseado la muerte, porque ha tenido que lidiar con las peores circunstancias y ha persistido, se ha mantenido de pie, incluso después de ver cómo caía el primer puño de tierra sobre el féretro de su amado.
Ahora demuestra su verdadera fuerza, porque puede levantarse cada día; ha comenzado a sonreír y sigue con su vida plenamente, sabe que debe continuar sin rendirse como un tributo a esa persona que un día lo dio todo por ella.
No ha perdido su alegría, pero esto no significa que lo haya olvidado. En sus noches de soledad, cuando nadie la ve, aún sigue llorando por él, no logra entender por qué tuvo que marcharse, no puede soportar su ausencia.
Y a la mañana siguiente levanta su cara, limpia las lágrimas y regresa al ruedo de la vida; no significa que use una máscara, simplemente el dolor de perder a un ser amado tiene que ir curando con el tiempo. Sin embargo, su recuerdo habitará para siempre su corazón.
Sus lágrimas la han hecho fuerte, porque tuvo que soportar la pérdida más grande del mundo. Sabe lo que es doblarse de tristeza y pedir que todo acabe y sin embargo pudo continuar. Y ahora es ella quien consuela a quienes están sintiendo lo mismo, los ayuda, apoyar y escucha.
Y a pesar de lo que el destino le pueda traer, seguirá luchando, demostrándose de lo que es capaz. Ahora cada herida se convertirá en un rasguño y cada lágrima en una razón para seguir; ella sabe que puede resistir lo que venga y más.